Patio Casa Lobato

Imagen: Manuel García

lunes, 13 de julio de 2009

De nuevo, la vida (Seis)


Sábado, 1 de abril de 2006

Hoy es mi cumpleaños y no podía haber deseado mejores regalos que los que he tenido. No he vuelto a sufrir ninguna otra pesadilla, sólo tengo ráfagas de imágenes de vez en cuando, mientras duermo. Pero algunas soy incapaz de recodarlas cuando me despierto, otras sí, otras las veo como si fuesen fotogramas de una película. Veo a esa mujer morena cuidando de las rosas, escuchando esa canción francesa que ya aprendí de memoria, cocinando un pastel de frambuesas… son escenas cotidianas en donde me da la impresión de ser feliz. Nada que ver con la expresión de su rostro en la huída que la llevó a la muerte. Apareció un hombre en uno de esos sueños, era realmente hermoso. Sí, hermoso, no guapo, ni atractivo. Con esa hermosura de los ángeles. No sé cómo explicarlo tenía algo extraño. Era un hombre pero tenía la expresión cándida de un niño.

Esta mañana, a primera hora, he visitado al doctor que me ha encontrado francamente bien. Dice que parece que ese corazón estaba hecho para mí. Yo he pensado que así es. Ya sé que puede parecer extraño pero tengo la sensación que ella quería que yo lo tuviese. A veces pienso que estoy loca, que voy a perder la cabeza con todo esto, pero por otro lado, me siento tan segura en mis convicciones. Bueno, no quiero perderme en hipótesis que no llevan a ningún lado.

Después Enrique y yo almorzamos en una terraza. La ciudad está preciosa con la llegada de la primavera, incluso sus gentes parecen más contentas y relajadas. Pasa un hombre silbando suavemente una canción. Y me doy cuenta que ahora me fijo en esas pequeñas cosas que antes me pasaban desapercibidas.

Hemos quedado con Mari Cruz después de almorzar, allí mismo. Venía corriendo como siempre. Esta mujer debería tomarse la vida con más calma. Se lo he dicho y me ha dado un cachete cariñoso: “hay que ver lo que ha cambiado nuestra Eugenia, ese corazón está obrando maravillas en tu carácter”. Traigo buenas noticias, muy buenas – ha añadido a continuación. Y yo ya lo había adivinado cuando la vi llegar.

El pueblo con el que soñé es Saint-Cirq-Lapopie. Y efectivamente allí hubo un accidente mortal de coche la noche del 19 de febrero. Estuvo rebuscando en la hemeroteca y encontró la noticia en un periódico francés del lunes 20:

(traduzco)

“Lunes, 20 de febrero de 2006”

Está madrugada ha fallecido en el Hospital … Dolores Almudever Sánchez, víctima de un accidente automovilístico. Estaba casada con el famoso pintor Paul Montcour. Según fuentes de la policía, en la noche de ayer, la mujer fallecida conducía su vehículo a gran velocidad por la carretera de Saint-Cirq-Lapopie, altamente peligrosa debido al gran número de curvas y al precipicio que bordea, y en una de las citadas curvas debió perder el control y se precipitó al vacío. Al poco tiempo fue recogida por una ambulancia que la trasladó al hospital más próximo, aun con vida, donde falleció víctima de los múltiples traumatismos sufridos. Al realizar la autopsia del cadáver se hallaron restos de alcohol y somníferos que debieron ser la mezcla mortal que la llevaron a tan trágico final. Mañana se celebrará el sepelio y se dará sepultura a su cuerpo en el cementerio de la localidad.

No pude evitar sentir que el corazón se me encogía en el pecho al constatar que era exactamente como yo lo había soñado. Pero en mi interior una voz me decía que algo oscuro se escondía detrás de esa muerte, que ella quería que hiciese alguna cosa. No sabía exactamente qué, pero pronto saldría de dudas. Mari Cruz y yo nos miramos, y Enrique hizo una mueca entre disgustada y feliz a un tiempo. Los tres nos habíamos entendido perfectamente: no tardaría mucho en conocer Saint-Cirq-Lapopie y con suerte al famoso pintor, ahora viudo.


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