Patio Casa Lobato

Imagen: Manuel García

martes, 23 de agosto de 2011

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Media vida a dieta intentando no aumentar ni un gramo, a base de verduras, frutas, pescadito y carne a la plancha, y ahora... ahora obligándome a comer, comer y comer, intentando todo lo contrario: no perder ni una pizca de peso.

Y hoy no ha ido bien la cosa, tuve consulta con mi oncóloga y cuando me pesó nos llevamos la sorpresa: peso dos kilos menos de lo que marcaba la báscula el martes pasado. Me ha recetado complementos alimenticios para que los tome entre horas y como siempre me ha insistido mucho en que debo comer, y que no nos conviene que pierda peso.

Pero se me hace difícil, no tengo dolor todavía, pero la comida cada vez me resulta más "incomible". No, no es como cuando tienes un fuerte catarro que nada te sabe como siempre, es mucho peor. Voy buscando alimentos que no me sean demasiado desagradables, pero es complicado. Hasta el estómago se rebela, se cierra, negándose a recibir más "bazofia" y hace que me den náuseas. 

Así que estoy un poco desmoralizada, si ahora es así ¿qué será cuando además me resulte doloroso tragar los alimentos? 


jueves, 18 de agosto de 2011

Adiós, dulzura



Bien, después de nueve sesiones irradiándome no presento síntomas dolorosos para la ingestión de alimentos. Como con normalidad, aunque eso sí, si jugase a la gallinita ciega intentando adivinar qué me estaban metiendo en la boca, no acertaría ni una. 

El dulce desapareció de pronto de mi gama de sabores, así que todo lo que lleve azúcar (frutas incluidas) me parece que está "desaborío". La sal tampoco se deja notar demasiado, depende de los alimentos. El pan, una de las cosas que más me gustan, está asqueroso. Y el agua me provoca náuseas. En definitiva, que tengo un lío de sabores que no hay quien se aclare.

Así que no se hace difícil comer, sólo un pelín desagradable. De todas formas, soy una chica obediente y sigo al pie de la letra las instrucciones de mi doctora: intentar no bajar de peso ni un ápice. De momento sigo con los mismos kilos con los que empecé, lo estoy consiguiendo... ¿os imagináis como es disponerse a disfrutar de un rico helado de nueces y avellanas y encontrarse con que sólo nos sabe a crema fresquita sin ningún sabor?.... ¡¡¡¡aggggggg!!!!

Algo bueno tenía que tener esto: después de 30 años de fumadora empedernida, no he vuelto a probar un cigarro desde que empecé el tratamiento, pero es que lo más sorprendente es que ¡¡¡NO ME APETECE NADA!!!!, desde el primer día.. No conozco el motivo pero le tomé "manía" al tabaco y al café, y no he vuelto a catar ni una cosa ni la otra.

Hoy estoy triste. Mañana daremos el último adiós a una mujer que lleva años luchando contra el cáncer. Hace tres años se abrió ante ella una luz de esperanza cuando le realizaron un trasplante de la médula de su hermano, según los médicos con una compatibilidad altísima. Sin embargo, no dió el resultado esperado y después de caer y volver a levantarse muchas, muchas veces, se quedó sin fuerzas para seguir. Desde anoche está descansando por fin en algún lugar donde será feliz para siempre, Su marido y sus hijos son la viva estampa de la desolación, duele verles así. Aunque por nuestras venas no corre la misma sangre, siempre les he sentido como familia, he visto crecer a esos niños (ahora ya, hombres) muy de cerca. Mañana la incineraran y en unos días llevarán sus cenizas a Asturias, nuestra tierra querida. 
Descansa en paz, mi querida M, nunca te olvidaremos.

sábado, 13 de agosto de 2011

Pasito a pasito



Hoy alguien me decía en un correo que aún seguía la Duras encabezando las entradas del blog... mal asunto. Y no se equivocaba, ha sido un semana algo dura.

El lunes, a las 8 de la mañana, estaba en el Hospital de Día para una analítica. Después cita con el oncólogo de quimioterapía que todavía no me había visitado, de ahí el retraso en llamarme para dar comienzo al tratamiento. Una vez que el doctor recibió los resultados me enviaron de nuevo al Hospital de Día para el primer chute de quimio.

Se trataba de un gotero de 1 hora más o menos de duración, pero antes y después de administrarlo, debían ponerme algunos más de líquido para proteger los riñones, así que desde las 10 de la mañana hasta las 5 y media de la tarde las pasé sentada en un sillón dejando que litros y litros de líquido inundasen mi organismo. Y meando, claro, con perdón, porque cada media hora tenía que irme de paseo con el gotero hasta el cuarto de baño. 

Gotero tras gotero parecía que me hinchaba como un globo: manos, pies, piernas, cara... tenía la impresión que iba a explotar de un momento a otro. Sobre las 2 de la tarde me trajeron la comida, y maldita la hora, porque la bandeja consistía en un trozo de lasaña, con su carne picada, tomate, etc., otro de tortilla, un poco de ensalada y un flan. No debí haberme comido la lasaña porque me sentó como un tiro, y ya antes de terminar con los goteros tuve que pedirle una manzanilla a la enfermera porque el ardor que me subía desde el estómago me quemaba el pecho. 

Cuando terminé con la quimio me tocaba primera sesión de radioterapia. 
Iba un poco acojonada ¿para qué negarlo? La primera vez vas a ciegas, porque por mucho que te hayan explicado antes no acabas de entender lo que te van a hacer. Y cuando me pusieron la máscara, me acojoné todavía más. 


Agobia sentirse aprisionada, sin poder moverte ni un milímetro, con aquello apretando la nariz, la boca. Y empiezas a pensar que te van a dejar allí sola, y que qué pasa si te entra la tos, o taquicardia, o que se yo. Eché mano entonces de llevar mi pensamiento hasta un lugar tranquilo, evocar situaciones agradables, pensar en las personas que quiero y, cuando quise darme cuenta, habían pasado los veinte minutos y allí estaba la enfermera quitándome la máscara.

El martes fue un mal día. La quimio me removió por dentro y pasé la noche del lunes y todo el martes (hasta la hora de volver a la sesión de radio) metida en el cama, semi incorporada, porque acostarme completamente me producía unas nauseas y un malestar insoportables. Así que me quedé allí, quietecita, sin comer, porque hasta el olor de comida me asqueaba, esperando pacientemente a que aquello pasase. Tenía que pasar, tarde o temprano.

A partir del miércoles la cosa ya fue mejorando. De momento las cinco sesiones de radio que me han puesto no me han afectado demasiado, noto ciertos cambios en el sabor de algunos alimentos, sobre todo la fruta, un ligero (muy ligero) malestar el tragar, pero nada que me impida (de momento) comer con normalidad.

La próxima sesión de quimio será el día 29, hasta entonces acudo cada día por la tarde a ponerme mi máscara y dejar que la maquinita me mande sus rayos sanadores. 

Tengo mucho que agradecer, pero eso se merece un post especial, será para la próxima.

Ya ha empezado mi Camino y pienso llegar hasta el final... pasito a pasito.