Patio Casa Lobato

Imagen: Manuel García

jueves, 20 de febrero de 2014

De Repente...






De repente, NUBES.
Todo lo que me rodea se vuelve gris, negro. Como en una película surrealista, el paisaje se torna sombrío y amenazador. No se cuándo ha ocurrido, ni cómo, ni por qué, pero mi mundo se desmorona como un castillo de naipes azotado por el viento.
Mis pensamientos giran en torbellino, a veces creo que debe tratarse de un error, que no puede ser, otras, quiero pensar en qué voy a hacer, pero ni siquiera se si tengo futuro.
Entonces llegan más preguntas: ¿por qué? ¿por qué a mí? E imagino a un ser todopoderoso y vengativo que me señala con su dedo acusador. ¿Qué pecado tan grave he cometido para merecer tan cruel castigo? Rebusco en mi pasado y no lo hallo. He trabajado duro, me he sacrificado por mi familia, he cuidado de mis mayores, no he hecho daño a nadie deliberadamente, y si alguna vez lo hice y me di cuenta, pedí perdón.. ¿entonces?
En esa maraña de pensamientos, otra pregunta se abre paso, es la respuesta: ¿Y por qué no? Y me doy cuenta que no hay tal ser castigador, que la vida, siempre caprichosa, hecha de alegrías y tristezas, tenía guardado esto para mí y tengo que vivirlo.
Así que tomo una decisión: luchar con uñas y dientes por ganar esta batalla.
De repente, SOL.
Un sol que se abre paso a codazos entre las nubes e ilumina el rostro, ya familiar, del hombre que está sentado ante mí. Mis ojos abiertos como platos, el corazón temblando. Sus palabras resuenan en mi cabeza y yo sólo tengo ganas de abrazarle y echarme a llorar. LLorar de emoción y alegría, al saber que de momento se acabó la incertidumbre y los días de sufrimiento y angustia.
--------------------------------------------------------------------------------------------------
Martes, 18 de Febrero de 2014, después de tres años, dos operaciones y tres tumores graves superados, mi oncólogo el Dr. Fernández Martos, una vez revisado el último TAC realizado, me confirma que todo está en orden y termina mi tratamiento.
Me esperan revisiones y pruebas, controles y meses o quizá años de recuperación. Meterle unos kilitos a este cuerpo de apenas 35, recuperar fuerzas y arreglarme la boca, destrozada por tanto tratamiento agresivo para lucir la mejor de mis sonrisas.
Hoy, la sonrisa la llevo tatuada en el corazón con tinta de colores.
GRACIAS A TODOS. DE CORAZÓN.

Imagen: Manuel Daniel Rivera.