Patio Casa Lobato

Imagen: Manuel García

miércoles, 5 de octubre de 2011

¿El último tramo?



Antes que nada, quiero responder a dos comentarios del post anterior. 

Amiga "Anónimo" te agradezco mucho tu recomendación y aunque, gracias a Dios, de momento tengo el cuello totalmente repuesto de sus quemaduras, gracias sobre todo a Rosana, la mejor enfermera del IVO, no puedo dejar de poner aquí la marca de esa crema por si alguien entra a leer y puede resultarle útil. La crema se llama Biafine,  es francesa  y puede encontrarse por internet.

Raquel, todos lloramos por lo que luego comprendemos que son tonterías, sobre todo en ciertas épocas de nuestra vida, según vamos cumpliendo años cambian los motivos por los que lloramos. Creo que soy una mujer fuerte físicamente, al menos hasta ahora. No he padecido graves enfermedades, ni he tenido intervenciones o accidentes dolorosos, así que por dolores físicos no suelo llorar, no lo he hecho ni siquiera en las pocas ocasiones en que he padecido alguno. Soy de esas que aprietan los dientes y aguanta lo que le echen, a veces el dolor ha hecho que las lágrimas broten por si solas, pero sin conseguir ni un ¡ay! de mi garganta.

Sin embargo, me ha hecho llorar tu comentario, como muchos de los que recibo. Me hace llorar la cara de alegría que percibo en amigos o compañeros cuando me ven y se encuentran con que tengo un aspecto mucho mejor de lo que ellos esperaban, ese ligero suspiro que se escapa de su pecho. O cuando mi hermana mayor viene a verme (ella no está para muchos trotes) muerta de miedo por lo que se puede encontrar y acaba riéndose mientras charlamos en el sofá. O ver cómo mi hija se desenvuelve como ama de casa: compras, comida, cocina, ropa.... y un largo etcétera del que casi siempre me ocupé yo. O las horas que pasan cuidándome en el hospital, sobre todo mi hermana pequeña y mi madre... ¡ay! mi madre, que se empeña en quedarse conmigo porque dice que no tiene a nadie más a quien cuidar (es viuda desde hace años) y se que puede, está sana y joven, pero sufre, porque es contranatura que una madre de 78 años esté cuidando a su hija de 54... todo esto me hace llorar todos los días, a escondidas claro y de emoción, que no de pena.

Bien, ya he terminado (por fin) la radioterapia. Esta tarde ingreso en el hospital para hacer los tres ciclos de quimioterapia que al parecer me faltan. Según me ha explicado mi oncólogo estaré 6 días ingresado y tres semanas en casa, y así 3 sesiones... ya os contaré.