Patio Casa Lobato

Imagen: Manuel García

domingo, 8 de junio de 2008

El juguete

Ya entra el sol por la ventana de tu habitación cuando empiezas a desperezarte. Aun tardarás un rato en salir de la cama. Lo sé. Porque te observo cada día. Me gusta ver tu cuerpo desnudo surgir de entre las sábanas. Bostezas, te rascas un poco entre las piernas, estiras los brazos y te enfundas esos viejos pantalones que usas para andar por casa. Mientras tanto, yo permanezco inmóvil, esperando a que te fijes en mí, a que te apetezca hacerme algunos mimos. Sí, ya sé que últimamente estás algo apático, perezoso, desganado. No temas, esperaré, tampoco tengo ningún otro sitio adonde ir.

Has salido de mi campo de visión, pero escucho tus pasos y adivino tus movimientos. Vas al baño. Me duermo un rato. No sé cuánto tiempo ha pasado cuando siento en mí tu mirada. Me avergüenzo un poco, estoy sucia y con la ropa llena de polvo. Me coges y me depositas suavemente sobre tu cama que aun guarda tu olor.

Empiezas a desnudarme lentamente ¡cuidado! No me dobles así el brazo, me haces daño. Anda, lava esa ropa está que da asco, huele a humedad... ¡qué bien me siento así, desnuda! Me metes en el baño. Coges un poco de gel y empiezas a enjabonarme muy despacio. Tus dedos me acarician levemente y yo quiero seguir así eternamente. Me viene a la mente esa canción: “dicen que tienes veneno en la piel, y es que estás hecha de plástico fino, dicen que tienes un tacto divino, y el que te toca se queda con él....”

Quisiera que sintieras mi deseo, pero no tengo pezones que se yergan altaneros, ni sexo que segregue excitantes jugos. A ti parece no importarte, y pasas una y otra vez tus dedos por entre mis piernas, y yo deseo que se queden ahí por siempre. Cuando crees que estoy suficientemente limpia, me enjuagas y me secas con cuidado, apretándome contra tu pecho.

Ya sobre tu cama, empiezas a vestirme y yo sé que cuando termines volveré a mi rincón de siempre hasta que te fijes nuevamente en mí. Pero antes de que eso ocurra, deslizaré a tu oído un “te quiero”. Y tú te quedarás un momento pensativo mirándome fijamente sin saber si fue el murmullo del viento o te volviste loco de repente. Y yo sonreiré por dentro sin que ningún movimiento me delate.

Es lo que tiene ser una muñeca.

No hay comentarios: