Patio Casa Lobato

Imagen: Manuel García

miércoles, 16 de diciembre de 2009


Estaba limpiando unos "sepionets" para la cena (un bicho parecido a la sepia, pero más pequeño) y entonces me acordé. El primer día que le vi, acabábamos de conocernos, nos dio por hablar de cefalópodos. No sólo de ellos, también creo que salieron a relucir otros seres de especies parecidas. Disfrutamos de un buen rato de divertida charla a costa de estos bichos, extraños, diferentes, que parecen venir de otra galaxia. Y mientras hablábamos de pulpos, calamares, sepias, mejillones (primos hermanos de los cefalópodos), observaba su risa, sus ojos chispeantes, como un niño dejando volar su fantasía. Y pensé: si este hombre derrocha la misma imaginación en la cama, tiene que ser la caña.
Me equivoqué.
En la cama era... normalito, pero hay que ver lo que daba de sí, en la ducha, en el suelo, en una silla... pura fantasía.
Desde entonces, cada vez que intento comerme un cefalópodo, me da la risa tonta, y al momento un ligero cosquilleo me sube por las piernas... ¿tiene sexo un cefalópodo?... voy a echar mano de la wikipedia y os lo cuento.

3 comentarios:

pcbcarp dijo...

La gente cultivada es lo que tiene.

Des dijo...

¿Lo dices por la conversación o por lo otro?

hippie pirata dijo...

Es que mirarlos tiene su cosa erótica.
Me gusta. La cama está diseñada para dormir, me entra sueño solo de pensar en ella. En cambio, la cocina, un delantalito, limpiar los cefalópodos... invita.