Patio Casa Lobato

Imagen: Manuel García

martes, 30 de septiembre de 2008

Mis más sinceras disculpas

Vengo a pedir disculpas, por si hay por ahí algún lector que esté siguiendo ese "interminable" relato que di en titular "El último refugio".


Discúlpenme, amigos lectores (y espero que también se sientan incluidas las féminas porque decir "y amigas lectoras" me parece una chorrada), pero ando últimamente un poco atareada. Cuando llego a casa después de una dura jornada de trabajo (que nadie se ría, lo juro por Snoopy que es verdad) además de las rutinarias y obligadas labores del hogar (cómo odio esta expresión) me espera mi retoño, invariablemente, para que le ayude con las tareas del instituto. Y en estos últimos días les ha dado a sus profesores por que los niños escriban cuentos.


Así que ahí estamos los dos, el chaval y yo, exprimiendo las neuronas para inventarnos alguna historia. Y no es lo mismo escribir la que una tiene en la cabeza y que además lo hace porque le viene en gana, que hacerlo bajo "coacción": "Mamá, por favor, yo te cuento el argumento y tú me ayudas a darle forma, anda, por favor..." con esa expresión de termerillo que pone. Y para más inri, cuentos infantiles, lo cual dicho sea de paso no se me da demasiado bien.


Pero como yo también tengo ganas de terminar con la historia del "Refugio" prometo terminarla esta semana... ¡palabra!... he encontrado un remedio que dicen que para el estrés es mano de santo y para que sepáis cuanto os aprecio voy a compartirlo con vosotros:



Besos.

1 comentario:

Tesa dijo...

No hagas trampa, Des... que lo estoy viendo.
No le escribas el cuento al niño.
:)