Patio Casa Lobato

Imagen: Manuel García

miércoles, 3 de junio de 2009

Del por qué los recuerdos (Abril 2007)



(Imagen: Lilya Corneli)

Y es entonces, cuando te aferras a él como a tu última esperanza, el recurso contra lo absurdo y monótono de una vida que elegiste o te vino impuesta por las circunstancias. Una vida plana, sin accidentes geográficos, montañas que te obliguen a romperte las uñas agarrándote a las cortantes aristas de las rocas, o suaves valles para recuperar fuerzas tras la dura batalla. Él es el saliente del que pendes, con los pies colgando en el abismo. Un abismo mediocre. Si caes... estás muerta, como antes. Y tienes que alimentar ese amor, ilusión, esperanza, no importa el nombre. Porque él te miro como a una diosa, y fue esa mirada la que te transformó. Y fuiste diosa. Fuiste mujer y fuiste niña. Niña que descubría, con ojos asombrados y curiosos,  nuevos senderos por los que perderse. Mujer sintiendo nuevamente escalofrío y miedo. Sensaciones olvidadas que pensabas perdidas para siempre en una felicidad monótona. 

Y a lo mejor, no es él la pieza clave. No. Quizá hubiera podido ser otro cualquiera. Y lo que de verdad importa es lo que tú sientes. Y de igual modo, no es importante que tú sólo seas una más en su vida, a la que un día recuerde con cariño. Nostalgia, tal vez. Y esa evocación encienda la chispa del deseo y le haga recordar que fue él y no otro, aquel que te miró como a una diosa.

Y es para que no muera ese desasosiego, para seguir despertando cada día con la ilusión intacta, para que la incertidumbre no se vuelva certeza... es por eso que recuerdas. Inventas mil detalles que te hacen evocarle. Como en un juego, le recuerdas en el frío, en el calor, en la noche solitaria, en el día que comienza, en los posos del café, en las canciones, en un libro, en la ventana, en un color, una voz, una silueta. Y a lo mejor, no son eso los recuerdos, porque recordar significa “volver a acordarte”, pero lo que tú haces es una evocación constante. Como en los cines de sesión continua en los que las escenas se repiten una y otra vez. Por un momento, empiezas a pensar si aun existen. Es una de esas ideas tontas que se cuelan sin permiso, con el único objetivo de romper el grupo de círculos concéntricos que se forman en el cerebro y que parecen no tener fin. 

Y es por eso que te despiertas en la madrugada con un desasosiego que no entiendes y te das cuenta que él sigue ahí, en el lugar exacto en que lo dejaste cuando te venció el sueño. Te levantas y enciendes un cigarro, echándole la culpa a la abstinencia, a las ganas de fumar que te despiertan. Y sientes que te hace falta seguir alimentando una quimera, porque si desfalleces, si levantas los hombros y dejas de pensarle, todo volverá a ser como antes. Y eso nunca. No podrás soportarlo. Seguramente si eso sucediese, estallaría tu vida, desintegrándose en miles de partículas ardientes. 

Y piensas que si tuvieras el valor suficiente quizá saldrías corriendo sin destino para empezar de nuevo en otra parte. En el kilómetro cero de tu vida. O a lo mejor es que hay que ser valiente para quedarse. Y luchar sola contra esa voz que te grita que quizá mañana sea tarde, que pienses sólo en ti, en lo que sientes. Y lo otro sea de cobardes. Al fin y al cabo, piensas, eres feliz ¿de qué te quejas? 

Abandona su imagen encerrada dentro del espejo y se da cuenta que ya se le ha hecho tarde. Coge el bolso. Un portazo. Baja corriendo la escalera. Un traspiés. El tacón del zapato derecho que se rompe. Cae rondando. Un chasquido en el cuello. Y un vecino alarmado es testigo casual de la tragedia.

 

2 comentarios:

Ainara García Miguel dijo...

hola!!! trasteando en Internet me he encontrado con tu blog. Estaba buscando una imagen y de repente veo una ilustración mía en tu blog. Muchas gracias por ponerla, que ilusión que a alguien le guste... Nada que agradezco que pongas mi nombre y bueno no hubiese estado mal poner un link a mi blog. jejeje lo sé tiro para casa pero bueno decirte que gracias y que me pasaré por tu blog, son historias interesantes.

Des dijo...

Hola Ainara, no sabía de qué imagen me hablabas, pero ya la encontré, y de paso di una vuelta por tu blog y te dejé un saludo. Me gustan tus dibujos, tienes talento, niña. Siempre procuro poner el nombre del autor de las imágenes que utilizo en mis historias, siempre que puedo, claro. Y lo del link, no se me ocurrió, pero ahora mismo pongo un enlace en los sitios por donde me paseo.
Gracias, guapa.