Patio Casa Lobato

Imagen: Manuel García

viernes, 23 de septiembre de 2011

Mal dadas


¡Ay! mis queridos Doria y Manu, eso es lo que yo hubiese querido, terminar de una vez con las sesiones de radio, pero no ha podido ser, no todavía.

Han sido dos semanas jodidas. El miércoles 14 tuve la segunda sesión de quimio, que no fue mal del todo, las náuseas y vómitos habituales, cansancio y sobretodo la mucosidad tan fuerte y con ese sabor metálico que no logras quitarte en varios días. El problema de tanta mucosidad es que la vas tragando y llega un momento en que el estómago no admite la comida. Y si a esto le añadimos un estreñimiento crónico (perdonad lo escatológico del asunto) debido al parche de morfina... apaga y vámonos. Este último punto se debió a un "despiste" de mi doctora sustituta de radioterapia (la titular está este mes de vacaciones) que no cayó en la cuenta de que la morfina conlleva irremediablemente el estreñimiento. 

Pero quizá lo peor era el estado en que se iba poniendo mi cuello: se estaba empezando a caer la primera capa de piel, totalmente quemada, y empezaban a aparecer grandes rodales totalmente en carne viva. Aún en estas condiciones, aguanté la radioterapia hasta el viernes 16, mediante curas de la enfermera de radio, incluyendo la que me hizo el mismo viernes para todo el fin de semana.

El lunes me presenté como siempre a mi sesión, pero me encontraba muy mal, estaba floja porque apenas comía, debido a los dos problemas mencionados antes y que quería consultar con la doctora, y el cuello presentaba un aspecto cada vez más lamentable. Cuando intenté tumbarme en la mesa del aparato de radio, me mareé, era imposible estar en posición totalmente horizontal, pero es que ponerme la máscara iba a ser una tarea ardua. Aún volví a intentarlo y consentí, intentando no gritar, que me colocasen aquella cosa rígida totalmente clavada en las heridas del cuello, pero tuvieron que quitarla porque entre una cosa y otra, sobrevenía el desmayo. Fui a visitar al médico de guardia.

Después de hacerle el resumen de lo que me pasaba, quedamos en que me buscaba una cama en el hospital y me llamaba el martes para curarme las quemaduras del cuello, ayudarme con todo esos problemas digestivos para así poder llevar una buena alimentación con el PEG (la sonda gástrica del estómago) y pausar las sesiones de radio hasta que pudiese volver a reemprenderlas. Me llamaron el martes 20 por la mañana e ingresé esa misma tarde.

No se porqué hay profesionales que hacen su trabajo mejor que bien, y otros que... que están ahí. Hacía apenas unas horas que estaba en la habitación cuando me dicen que han llamado de radio para que me bajen a mi sesión, le digo que no voy a bajar y que deberían tener el aviso correspondiente del médico de guardia del lunes. Bien, pues aún así, se me presenta allí una mujer que dice ser doctora de radioterapia, y lo será, no lo pongo en duda, pero me parece bastante incapaz, y una enfermera. Que qué me pasa, me pregunta. Nada, le digo. Y me corta diciéndome que hable tranquila, que no pasa nada. Me pilló en un día en el que me sentía mal, fatal, y no le mandé a la mierda precisamente por eso. Me sentí como si la tía se estuviese dirigiendo a una niñata caprichosa, que tiene pupa y hay que convencerla para que se ponga la vacuna... ¡la madre que la parió! Llegó a decir que lo del cuello era normal, que no se lo hacían a una pared. Claro, no niego que sea normal que se queme, pero también creo que lo normal es que se cure y se continue después. Menos mal que mi marido se metió en la conversación y le dijo claramente que estaba allí ingresada para ponerme un poco más fuerte y curarme el cuello, que mirasen la historia que allí lo había puesto el médico de guardia, y no las mandó salir de allí con viento fresco de puro milagro.

Por fin el miércoles por la mañana pasó la doctora de radio del hospital con mi ángel, Rosana, una enfermera que es un regalo para los enfermos. Dio las órdenes necesarias para solucionar los problemas digestivos y la cura del cuello. Cuando vieron en que estado lo llevaba no se lo podían creer, es una pura herida en carne viva, sobre todo la parte delantera y laterales. Y tampoco la doctora hizo buena cara cuando le conté lo que me había pasado la noche anterior.

Y sigo aquí, el miércoles me hicieron la primera cura, y hoy la segunda. Rosana es un sol, me cura, me cuida, me ayuda en todo lo que está en su mano, me aconseja... Seguramente me dejan que mañana me vaya a casa y vuelva el domingo por la noche,  porque la cura de hoy es hasta el lunes. Los otros problemas están más o menos controlados y me siento más fuerte y mejor.

No se si me leerá algún profesional del sector de Sanidad, a los que admiro de corazón porque hacen un trabajo de entrega a los demás, y sobre todo los que trabajan con enfermos, llamémosles difíciles, entre los que me encuentro. Pero me gustaría que pensasen un poco en la forma en que desarrollan su labor. Yo (el enfermo) soy la primera interesada en acabar cuánto antes, empezar a recuperarme y sobre todo a olvidarme de esta mala época y retomar mi vida de siempre, volver a ser yo misma, pero cuando digo que no puedo más, es que no puedo más, y que soy yo quien decide. Soy adulta, conozco la enfermedad que padezco, su tratamiento y sus efectos secundarios. No me hablen como una niña a quien hay que llevar al cole con un tirón de orejas... no me jodan.

Supongo que quizá no me habría pasado todo esto si mi doctora no estuviese de vacaciones, porque quizá habría pausado las sesiones antes de llegar a esta situación, a falta sólo de 6 sesiones para terminar. Su sustituta, la que se ha hecho cargo de mi, teóricamente, tampoco se ha dignado pasar por aquí a conocer en primera persona mi estado general. No me parece de lógica ¿y a vosotros?







3 comentarios:

Anónimo dijo...

Uffff, a mí tampoco me parece de lógica Des.
Mucho ánimo con todo y que esas heridas terroristas mejoren.
Un abrazo!!

Nuria dijo...

Increíble lo que nos cuentas Des, sabemos que no todos los profesionales de la medicina son igual de atentos con sus pacientes, pero una cosa es ser atento y otra no pararse a observar las quemaduras de un paciente radiado. En fin, quedémonos con que ahora todo marcha por buen camino.
Un besote

Doria dijo...

AY, mi niña!! Contratiempos y nada lógicos, la mala pata es que tu dra. estuviese de vacaciones...
Cielo, ya sabes que debes alimentarte bien, perdona que te lo repita, la piel lo necesita.
No sabes lo que sentimos por todo lo que estás pasando, no se si te dieron alguna crema para que te la aplicaras todos los días y te la retirases para ir a las sesiones.
Bueno, lo pasado, ya pasó, ahora ya verás como te ponen bien las heridas del cuello y 6 sesiones más y se acabó el suplicio.
De nuevo muchos besos, abrazos, mimos y que pases un finde agradable y si es en casa, mucho mejor!!
Muackssss