Patio Casa Lobato

Imagen: Manuel García

viernes, 29 de mayo de 2009

Vendemos felicidad... presupuesto sin compromiso (AUTOR: MI LECTOR ANÓNIMO K)

(Imagen: Robert Sim)

El anciano siente la ansiedad como una jauría de ratas que le roe los intestinos. Isabel mete un cd con sonidos del bosque y con una voz tan afectuosa como las caricias de un agua termal le dice que se tumbe en el sillón, que cierre los ojos, que visualice un camino de tierra en medio de un bosque, uno de los árboles a los lados y se le acerque y sienta como sus ramas verdes le abrazan. ¿Ramas verdes? Pero si el árbol está seco. El anciano siente las ramas en las clavículas, hincándosele como cuchillos. Isabel insiste que se relaje, que se relaje, y al él le pica la nariz, la oreja, la entrepierna, un ojo… las ratas no paran de roerle y se esfuerza por no rascarse, por no cagarse en todas las vírgenes, por no levantarse y salir de allí. ¡Aquello es una estupidez! Dinero inútil. Además, él ya no quiere que nadie le abrace. Él sólo quiere una pistola. Uno dos y… y luego, cuando él ya no esté ¡Qué importa! Que las ratas y todos los árboles sigan con su trabajo. Ahora el árbol se ha convertido en una persona que le abraza, dice suavemente Isabel y pregunta: ¿quién le gustaría que ahora le abrazase, su mujer? ¡Si está muerta! ¿Su mamá? ¡Y dale! ¿Sus hijos? ¡Joder! El anciano se desespera ¡Qué yo no quiero que nadie…! Entreabre los ojos y ve a Isabel desabrochándole la bragueta, desnuda ¡Cómo se la saca, cómo juega con ella, con sus grandes pechos, con la lengua, con los labios, cómo se la mete hasta el fondo de la boca! El anciano siente como aquel paladar le roza en la punta del glande, está a punto. Se corre. ¿Cuánto hacía que no…? Y ahora, cuando yo cuente tres, dice Isabel con voz pausada, poco a poco, va a empezar a mover sus piernas, sus brazos, sus dedos, va a abrir los ojos y va a volver a la realidad, el camino, el árbol, las ramas, tienen su significado, pero eso se lo explicaré la próxima semana, ahora hay alguien esperando. El anciano paga a la secretaria en recepción, elige con ella el día y la hora de su próxima cita. Isabel aguarda en la puerta y con una tierna sonrisa, le dice, hasta el martes, y usted no se desespere, verá cómo con nosotros logra al fin esa paz interior y esa felicidad que tanto tiempo ha esperado, que tanto anhela, y se despide de él con un beso maternal en la mejilla. El anciano baja las escaleras ensimismado en lo sucedido, se oye una puerta grande, de madera maciza, cerrarse a sus espalda.
K.
PD. Espero que te guste el título. Gracias otra vez. 




5 comentarios:

Tesa dijo...

Felicidades al autor, que sigue escribiendo de la manera brillante acostumbrada.
:)
Besos para ambos

Des dijo...

Besos para ti también, guapísima.

Anónimo dijo...

Gracias, besos tímidos para ambas dos.
Y Dune, ¿me podrías decir el motivo, el porqué elegiste esa foto?

Des dijo...

Yo te puedo decir lo que tu quieras.
A ver, casi siempre me resulta complicado explicar por qué elijo una imagen en concreto, pero por una vez y tratándose de ti, voy a hacer un esfuerzo.
En un primer momento había elegido otra imagen, una de Johann Nepomuk Geiger, pero me pareció demasiado evidente y la figura masculina, aún con los ojos cerrados, parecía estar plenamente consciente de lo que le hacía la mujer.
Sin embargo en esta imagen, el hombre está dormido, profundamente dormido, y su postura delata abandono. Su rostro un tanto contraído me da la sensación de estar sufriendo una pesadilla. Es el cuerpo de un hombre, si no anciano, va en camino de serlo, los músculos fláccidos... Es el hombre de tu historia, justo en el instante anterior a que Isabel despertase su miembro en reposo. Hay una diferencia: éste está desnudo, y tu protagonista lleva pantalones... pero, chico, no se puede tener todo.
Saciada tu curiosidad... ¿Por qué me lo preguntas?

Anónimo dijo...

Dune, cuando vi la foto que elegiste para mi historia quise saber de dónde venía.
La foto se titula "Man sleeping" (el hombre que duerme)
Buscando información descubrí que una canción del cantante Eels, se titula “Woman driving man sleeping” (algo así como “la mujer conduce mientras el hombre duerme”)
Existe también una película con el mismo título que desarrolla un poco más la metáfora: la mujer, aunque no lo parezca, es siempre la que conduce, mientras que a su lado el hombre, aunque tampoco lo parezca, casi siempre va dormido.
De ahí, creo yo, la popular frase: “detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer” que aún se podría resumir “detrás de un hombre hay siempre una mujer” (¡ojo!: una o más mujeres)
Y esto es natural, todo lo demás sería un nadar del hombre contracorriente. Ya lo decía El Principito (la historia de Saint Exupery) el hombre tiene que hacer caso a su rosa, mimarla, porque si la rosa gana, si la rosa está contenta, él gana.
O sea, que si la rosa está siempre de mal humor el hombre no se come un rosco.
Todo esto dejando a un lado el tema de la gran influencia que tienen las madres en la educación y la futura manera de ser de sus hijos.
Aunque me imagino que el autor de la foto o pintura que tú elegiste, querría representar, más bien, sólo al hombre que duerme
—al hombre dormido— (pura filosofía o existencialismo) independientemente de si la mujer le pueda conducir o no los sueños presentes o futuros.
Y… en fin —no quiero aburrirte más— me llamaron la atención las similitudes, y toda esta retahíla era para decirte, sólo, que no podrías haber elegido una foto mejor.