Patio Casa Lobato

Imagen: Manuel García

jueves, 15 de mayo de 2008

Señora mía (Tercera parte)


Imagen: El baño de Diana (Jean-Baptiste-Camille COROT)

Fue colgar el teléfono y salir disparado hacia mi casa, dejando la tienda en manos de mi encargado. De camino paré en una tienda famosa por sus delicatessen, y llené dos bolsas de bocados deliciosos de toda clase de fruta natural, frutos secos y chocolates. Lo primero que hice nada más llegar fue desnudarme con el fin de no sentirme demasiado azorado cuando ella viniese. Así me pasé la mañana mientras ponía orden y limpiaba. Cuando quedé satisfecho de su aspecto me di una ducha y coloqué una buena cantidad de velas aromáticas por toda la casa. No me había acordado ni de comer un bocado, y ahora ya no había tiempo, era casi la hora.

En ese momento sonó el timbre de la puerta. Las piernas me temblaban cuando la abrí. Apenas me dirigió una mirada pero adiviné que le había gustado que yo hubiese obedecido sus órdenes. Me aparté a un lado con la cabeza agachada y ella pasó delante adentrándose en el salón. Prepárame un baño, ordenó mientras se recostaba en el sofá, ¿tengo que decírtelo otra vez?.. repitió cuando aún no habían pasado unos segundos, y espero, por tu bien, que esté a mi gusto. Mi corazón latía con la misma rapidez con la que crecía la erección de mi sexo. Mientras la bañera se llenaba de agua, respiré profundamente intentando relajarme. Debía dejar que el agua se calentase un poco más de la cuenta, para que no se enfriase mientras ella se desnudaba. Cuando me pareció que la temperatura era la ideal, introduje unas cuantas bolitas de aceite, dos puñados de sales y eché un buen chorro de espuma de baño.

El baño está preparado, mi señora, dije sin atreverme a mirarla. Se levantó y se puso frente a mí, con su rostro muy cerca del mío. Date la vuelta, me dijo, al tiempo que empezó a desatar el pañuelo de seda que llevaba en el cuello. Le di la espalda y me ató las manos. Empieza a desnudarme, y más vale que lo hagas rápido, no soporto el agua fría. Por un momento, me quedé inmóvil mirándola sin saber qué hacer. Se me está agotando la paciencia, dime ¿qué parte de empieza a desnudarme no has entendido?...

Llevaba un vestido de corte oriental blanco con un raro estampado en negro que se le ajustaba el cuerpo resaltando sus curvas. Abrochaba a la izquierda con pequeños lazos negros que acababan a medio muslo dejando, desde ahí, la pierna desnuda.

Me arrodillé ante ella y empecé a desatar con la boca el primer lazo. Al contacto de mi boca con la tela y el roce de mi mejilla con la suave piel de su pierna, mi sexo se encabritó de manera evidente. Ella permanecía impasible, aunque hasta mí llegaba nítidamente el olor a excitación que emanaba, mientras yo iba deshaciendo cada uno de aquellos lazos que iban descubriéndome su cuerpo. El deseo por acariciar aquella piel me acuciaba, pero algo me decía que iba a tardar en liberar mis manos de sus ataduras.
(continuará)

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