Hoy es un gran
día, volvemos a vernos. Quiero estar radiante, sensual, quizá aparentando fría indiferencia...
¡qué difícil! Éste me hace gorda. Pues lo siento, chica –murmura el espejo- yo
no hago milagros, tan sólo reflejo lo que en mí se mira. Pues vaya una ayuda,
¡cállate! no sea, que de una patada te rompa en cachitos y ya no haya nadie que
pueda arreglarte. Y asustado, calla. Con éste parezco una carmelita, y con éste
una mujer de
esas, de la mala vida. ¡Señor! ¿qué me pongo? ¿y si lo echo a suertes como
cuando niña? Pito, pito, gorgorito, ¿dónde vas tú tan bonito? a la era
verdadera, chim, pom, fuera. Ya está ¡decidido!¡Ay! Se me hace tarde. Con estos
zapatos no puedo correr, sólo me faltaba romperme una pierna. ¡Vaya
pensamientos! Tú calla y camina. Ya llegué al garito donde hemos quedado, me
voy a la mesa del fondo, escondida. ¿Por qué estoy nerviosa? Vamos, tranquilita,
que no pasa nada. Pues eso es lo malo, nunca pasa nada. Mi pierna derecha se
cruza impaciente sobre su gemela. Y el pie, despistado, sigue el ritmo loco de
la melodía que suena en la radio: arriba y abajo, abajo y arriba. Descruzo la pierna,
la vuelvo a cruzar. Busco en el teléfono alguna llamada que igual con las
prisas, no pude escuchar. Nada, está vacío. Enciendo un cigarro. Entras por la
puerta, con paso tranquilo. Ya sé, me dijiste, que el ser puntual no está entre
tus vicios. Te acercas, te sientas. Me miras, te miro. Sonríes, sonrío. Y así
nos quedamos. Yo miro tus labios. Tus ojos se pierden dentro de mi escote. Fumo
sin parar. Y tu te concentras en una pequeña gota de sudor, que desciende lenta
hasta el mismo centro del estrecho valle que hay entre mis pechos. Siento que
se deben notar mis pezones. Me miras, te miro. Me aguanto las ganas y hablamos
del tiempo. ¡Qué calor ha hecho todos estos días! Sí, ¡ojalá lloviese!. Pues puede
que sí porque viniendo hacía aquí, he oído algo así
como un trueno.
¡Mal rayo te parta! –esto no lo digo, lo pienso en silencio- pero mi mirada
creo que echa fuego. La tuya pasea por todo mi cuerpo, se para en mis ojos, me
habla en silencio. Y yo no la entiendo. Pasan los minutos, y llegan las horas.
Al fin, no creo que éste sea mi gran día, tan sólo será un martes cualquiera.
Tu estás muy tranquilo, tan sólo tus manos veo que se impacientan, los dedos
nerviosos, sobre la madera, van marcando el ritmo que mi pie acompaña. Pasará
la noche, lo sé, ya lo veo venir: como dos idiotas, nuevamente hoy, perdemos el
tiempo.
3 comentarios:
Gracias Des, por compartir con nosotros estos relatos.
Besitos
Me encantó este blog y por eso les quiero recomendar este LIBRO REVELACION DEL AÑO, cuenta todas las experiencias sexuales de una joven, la señorita Belart detalladas en su "Diario" más íntimo. Sensualmente exxxcitante!!!
http://espanol.free-ebooks.net/best-seller
Buen dia a todos, pasaba por aquí para invitarlos a que visiten mi web Lo más Privee , gracias de antemano.
Un cordial saludo
Publicar un comentario