Aparecía justo al final de una curva, una de tantas en aquella carretera estrecha y sinuosa. Era una casa sencilla con un pequeño patio delantero, rodeado de un muro bajo y rematado por una cancela que casi siempre permanecía abierta. El primer día que pasé por allí, iba sentada en el asiento del copiloto y llevaba bajado el cristal de la ventanilla del coche, pero apenas me fijé en él. Fue cuando casi le sobrepasamos que escuché su voz y alcancé a ver su mano levantada en señal de saludo.
Al día siguiente salí un rato a caminar y casi sin darme cuenta me acerqué hasta la casa. Allí estaba él, sonriente, esperando a tenerme delante para saludarme. Era un hombre bajito, muy bajito, de no ser por su rostro cualquiera diría que se trataba de un niño. Por su boca abierta asomaban unos dientes trocados, superpuestos unos encima de los otros. En la mano sostenía un cordel que sujetaba las riendas de un caballito de juguete con un carro enganchado. Sobre el carro, un sombrero de vaquero.
Ahí seguí viéndole día tras día, siempre agarrado a las riendas de su caballo, soñando quizá en montar sobre su lomo y galopar por las montañas verdes que formaban el único paisaje que conocía, adentrarse por los senderos en sombra bajo los eucaliptos gigantes que apenas dejaban ver el cielo. O quizá no le hacía falta soñar, y su felicidad consistía en tener cerca a su caballo y saludar a los que pasábamos por delante de su puerta, compadeciéndonos de él, aún cuando la alegría de su saludo no invitase a la compasión.
A lo mejor la felicidad consiste en aferrar con fuerza aquello que queremos, aunque sólo sea un viejo caballo de juguete tirando de un carro cargado con un sombrero vaquero.
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Bien, no hace falta que os diga que estoy de vuelta en casa, con la mirada impregnada de verdes, de aguas cristalinas, de senderos, de paisajes inmensos y montañas impresionantes, de mar embravecido golpeando las rocas. Con olor de sidra, de nieblas matinales, de orbayu, de chorizo de casa, de fabes, de boroña. Y tampoco hace falta que diga que eché de menos este pequeño rincón en el que habito y a los que se asoman cada día a mi ventana. Qué bien estoy en casa.
Os dejo una de las canciones favoritas de mi hijo adolescente, no es mi estilo pero tiene su "aquél"
2 comentarios:
Quiero hacerme notar, quiero dar la nota, ser bota de arena en el mar, en playas de Rota, ser la lluvia como gotas celestiales, que tocan el piano de los mares, suenan notas musicales, como los sueños de un niño y volar, lejos del estrés y la maldad, que este corazón sensible, que se mueve por amor y se alimenta de amor, ese es su combustible, yo, no soy consciente, de lo que tengo de tanto que me quieren, de mi música y de lo que ello representa, me pregunto ¿tu que intentas?, déjate llevar se te va la vida pensando en las cuentas, la fama y el dinero son dos putas caras que te dejan tirao y que no secan tus lagrimas, por eso paso página sonrío junto a los míos, su amor es el calor, que arrecia cuando tengo frío.
Porque yo quiero ser feliz, que vida solo hay una y yo la quiero vivir, quiero que la luna me acompañe en este viaje, ser un alma libre y un verso sin escribir.
Si la vida son dos días y uno llueve, ponte un impermeable, se amable, que la juventud no vuelve, sonríe, pisa un charco, grita fuerte y vive, ahoga tus penas, piensa que nada es imposible, de tus labios quiero ser risa, como un niño yo prefiero no tener prisa, ser invisible, tu amor sea imperdible, sea libre, mi verso un universo que ilumine tu sonrisa irresistible, ya sé, mi espíritu contagia, yo sé que tu busca la plenitud, crees en la magia, yo creo en ti, siente el poema, siente mis caricias, te espero en mi franquicia en el país de Alicia, olvida tus problemas, la luna no llora en su soledad, y su sensualidad enamoro mi fantasía y tu realmente eres tan especial, tu mano mi pluma, la que escribió esta poesía.
Porque yo quiero ser feliz, que vida solo hay una y yo la quiero vivir , quiero que la luna me acompañe en este viaje, ser un alma libre y un verso sin escribir.
Ese Andy, ven paka cabesa ven, te voy a decir una cosa: A mi que me quiten lo bailao porque yo, yo he bailao tela.
Porque yo quiero ser feliz, que vida solo hay una y yo la quiero vivir , quiero que la luna me acompañe en este viaje, ser un alma libre y un verso sin escribir.
Saludos, amiga, gracias.
K
Ya dije que tenía su aquél. Escucho tanto a este Haze que acaban por pegárseme sus canciones, es lo que tiene tener un chaval adolescente en casa, siempre estás al día.
Un abrazo, querido K, espero que estés pasando un verano muy, muy feliz.
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