Estoy agotada. Mientras conduzco camino a casa entre un río interminable de coches sólo pienso en tirarme en el sofá. Entraré por la puerta lanzando a puntapiés estos insufribles tacones y me prepararé un buen baño, sí, hoy paso de ahorrar agua dándome una ducha, que una también tiene derecho a ciertos caprichos. Quiero un baño relajante con bolitas de aceite, velas olorosas y escuchar a todo volumen mi mantra preferido…hum, ya lo estoy disfrutando. Ha sido un día estresante a la par que aburrido, lo de cubrir las campañas de los políticos no es para mí, el lunes sin falta hablo con el jefe, quedamos en que sólo serían cuatro o cinco días y llevo así dos semanas, me importa una mierda que no tenga periodistas disponibles, un trato es un trato, ya no aguanto más.
- ¿Qué te parece este conjunto para la cena?
Lo dice sonriendo, parado en la puerta del baño, mientras sujeta una percha con un pantalón y una bonita camisa de seda, justo en el momento en que había conseguido relajarme. Le tiro una chancla que él esquiva con gracia.
- Pero Xuso, otra vez no ¿de verdad estás decidido a ir a esa estúpida reunión?
Está en la cocina preparando una ensalada para los dos y una tabla de delicioso queso.
- Pues claro que estoy decidido, pero sólo si tú me acompañas.
- No me hagas esto, por favor.
- Gloria, no se qué pasó realmente entre Gonzalo y tú, escuché comentarios cuando llegué al Instituto…
- ¿Qué comentarios?
- Chismes de adolescentes, ya sabes.
- ¿Qué comentarios?
- Que parecía que Gonzalo iba en serio contigo, que a pesar de la cantidad de chicas que revoloteaban a su alrededor nunca había salido en pareja con ninguna, esas cosas…Luego a todos les extrañó que después de aquel percance del que todos hablaban en secreto, ya me entiendes, lo del profesor y eso, os convirtierais en dos extraños.
- Y tú ¿qué pensabas?
- Nada ¿qué querías que pensara? No estaba allí, y una vez que quise preguntarte sobre ello ¿recuerdas? me respondiste que si quería seguir siendo tu amigo, me olvidase de ese tema para siempre. Me sorprendió tu reacción y me asustó lo que percibí en tu mirada.
- Recuerdo aquella noche de San Juan, en la playa, nos quedamos solos junto a las brasas de la hoguera que habíamos encendido, recuerdo las confidencias que nos hicimos, pero olvidé que me hablaste de eso, te lo juro.
- Lo hice, pero seguramente, consciente o inconscientemente, lo borraste de tu memoria.
Hablamos sin mirarnos. Yo sentada en un taburete, fumando un cigarro, y él entretenido en trocear los ingredientes de la ensalada en pequeños pedacitos casi idénticos. Deja el cuchillo sobre la mesa y se queda mirándome fijamente.
- Gloria, tienes que enfrentarte a ese miedo de una vez por todas, no puedes seguir arrastrando el recuerdo de lo que quiera que fuese que ocurrió durante toda tu vida ¿no crees que es un buen momento? Mírate, eres una mujer inteligente, una buena profesional del periodismo, independiente, madura… has pasado por momentos difíciles y siempre saliste de ellos victoriosa, con algunas heridas de guerra sí, pero victoriosa. Me duele verte así, de veras.
- No me hace falta enfrentar nada, Xuso, estoy muy bien así ¿por qué coño tengo que volver a ver la puta cara de Gonzalo? ¿qué necesidad tengo? Dime ¿qué gano con eso?
- Nada, Gloría, no voy a insistir más, olvídalo… la cena está lista, anda, vamos a la mesa.
Cenamos en silencio aparentando estar interesados en una película que Xuso puso en el video. Al terminar el café, él se levanta, musita un “buenas noches” y se dirige a la puerta. Se detiene, parece dudar si se va o se queda, finalmente se acerca y me besa.
- Te quiero, Gloria, eres mi mejor amiga, no lo olvides.
Se aleja.
(Abajo podéis escuchar el mantra)
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