No soportaba ser sólo yo la que amaba. Me negaba a seguir esperando sus palabras de amor. Y una noche decidí abandonarle, no sin antes escupir con rabia mi último adiós: “No tienes corazón” al tiempo que cerraba furiosa la puerta tras de mí.
No esperaba que viniese a buscarme, no esperaba disculpas, no esperaba palabras de amor… por eso resultó tan extraño recibir su regalo tres días después.
Era una caja bonita y pequeña, azul, con un lazo. Dentro, sobre un blanco impoluto, yacía inerte un corazón.
A su lado una nota: “Te equivocas, sí tengo corazón. Tenía”.
No esperaba que viniese a buscarme, no esperaba disculpas, no esperaba palabras de amor… por eso resultó tan extraño recibir su regalo tres días después.
Era una caja bonita y pequeña, azul, con un lazo. Dentro, sobre un blanco impoluto, yacía inerte un corazón.
A su lado una nota: “Te equivocas, sí tengo corazón. Tenía”.
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