Sí, sí, habéis leído bien. Por fin en casa, otra vez. Yo que me las prometía ya tan felices una vez superado el problema del dolor, fíate, fíate, faltaba otro pequeño escollo.
El domingo por la tarde ingresé en el Hospital del IVO para que el lunes me practicasen una PEG, o sea, una Gastrostomía Percutánea Endoscópica, lo que en cristiano vendría a ser una sonda conectada directamente al estómago para mi alimentación. En principio, no parecía muy importante, así que pensé que el mismo lunes me mandarían a casa (no ser por qué damos nada por hecho).
La habitación era individual, amplia y con unos ventanales enormes que dejaban entrar la luz desde primeras horas de la mañana. El personal atento, amable y eficiente. Tenía ese mismo lunes, 5 de septiembre, la sesión de quimio, así que lo comuniqué en el control de enfermería pensando que quizá aprovechaban que estaba allí para ponerme el gotero, pero no, tendríamos que dejarla para otro día.
Me dieron para cenar un tazón con caldo y a dormir.
El lunes, bien temprano, entraba la enfermera con el termómetro y ¡sorpresa! presentaba unas décimas de fiebre. Eso trastocaba todos los planes y abría la posibilidad de no poder realizar la intervención, la prioridad era conocer qué provocaba ese aumento de temperatura, para lo que realizaron nuevos análisis de sangre y orina, además de inyectarme un gotero de paracetamol.
No hubo desayuno, ni comida, debía estar en ayunas hasta ver qué decisión tomaban. Las analíticas salieron normales y como, de una forma u otra debían administrarme antibióticos decidieron llevarme a quirófano porque el paracetamol había hecho efecto y la fiebre había remitido.
Me habían explicado por encima lo que era una PEG pero fue allí donde me contaron, con pelos y señales, todo el proceso. Se trata de hacer una incisión en el estómago donde se acoplará una especie de cánula que queda a la parte de afuera y en la que mediante una jeringuilla iremos introduciendo el alimento triturado (purés, cremas, sopas, papillas, etc.,) pero para "pinchar" el estómago, éste debe estar hinchado (un globo blando nunca podremos pincharlo) y para lograrlo deben introducir antes por la nariz una sonda que llegue hasta el estómago e insuflarle aire. La cosa no es moco de pavo.
Si ya resulta doloroso y molesto introducir una sonda por la nariz sólo hasta el cavum, hacerlo hasta llegar al estómago es horroroso. Y si encima el interior de la nariz y la garganta está inflamado y con quemaduras, ni te cuento. Conseguido el objetivo, todo se consigue aunque sea rabiando, hay que hinchar el estómago para introducir el bisturí en el punto pintado en mi barriga con anterioridad, mientras me hacían una ecografía y medían exactamente el lugar en que había que hacerlo. Eso casi que fue lo más fácil, porque antes habían adormecido la zona con anestesia local, así que ni el corte, ni los puntos los noté.
La sonda de la nariz no se extrae hasta que comprueban que la del estómago funciona perfectamente. Y eso sería durante todo el día del martes, en que empezaríamos introduciendo agua, pasando luego por otros líquidos, y acabar con purés o cremas... sin problemas.
Ayer fue un día complicado y molesto. La sonda de la nariz me rascaba la garganta, lo que me provocaba tos, vómitos, imposibilidad para hablar... y lo que me puso irritable al máximo. Al final de la tarde, con tanta tos, acabé quitándomela y les ahorré así la tarea a las enfermeras. Dormí de fábula... bueno, no tanto, pero nada que ver con la noche anterior. Sobre las 2 de la tarde he vuelto a casa, parece que la dichosa PEG funciona de maravilla y no sufro dolores importantes. Estos días no he podido recibir mis sesiones de radio, que retomo mañana. Me quedan 14... ya falta menos.
No se si ayudará a alguien leer todo esto, pero a mi me sirve escribirlo, y mucho. Y no todo está en la parte física, dolorosa, o de tratamiento, no, es quizá mucho más importante la forma en que esta situación nos afecta a todos. Se que es muy difícil para lo que están a nuestro alrededor llegar a entender cómo nos sentimos, cómo queremos que nos traten, por la sencilla razón de que ni nosotros mismos lo sabemos. Tampoco nos damos cuenta, a veces, del miedo que no pueden evitar sentir ante algo que se escapa a su control, ni de ninguna forma podría decir cómo actuaría yo en "la otra parte". A mi me gustaría que mi familia, mis amigos, pensasen en el cáncer como lo que es, una grave enfermedad con muchos riesgos que no tiene por qué matarme y que espero superar con éxito. Me molesta tanto que vean en ésto una tragedia sin solución, como que quieran hacer ver que es algo sin importancia, un mal resfriado que acabará curando. A veces, ésto último no es más que un mecanismo de defensa ante el miedo a lo que le puede pasar a ese ser querido que está enfermo, pero quizá el afectado puede llegar a sentir que no se preocupan por él lo suficiente.
También nosotros saltamos de un estado de ánimo a otro sin motivo aparente, así que...tened paciencia.
PD. Prometo que en el próximo post toca historia, erótica y divertida... ¡palabra!
3 comentarios:
Toca lo que toca Des! impre-zionante hija como aguantas!
Bueno ya estás en casita, espero que estos momentos "tortuosos" pasen rápido y se estabilice la situación y como bien dices ya quedan menos sesiones, pero de todo!
Muchoss besosss animosos!
Vaya, ahora ya estás en casa pero el proceso por el que has pasado, que inicialmente parecía simple, no lo es en absoluto.
Cada día que pasa ya falta menos para terminar con el tratamiento. Mucho ánimo.
Un besote
Sol, Nuria, gracias guapas.
La verdad es que son malos ratos que no hay más remedio que pasar, pero se olvidan pronto y vuelve la esperanza de que día a día se acerca el final.
Besos.
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