Patio Casa Lobato

Imagen: Manuel García

miércoles, 29 de abril de 2009

Pecado de juventud (Seis)


Siento cierto malestar cuando acerca su pene a mi boca. Algo desconcertada sólo acierto a abrir la boca para engullirlo, pero Gonzalo que posa suavemente su mano en mi cabeza, me detiene. Empieza con la lengua, no tengas prisa – susurra dulcemente. Obedezco y rozo, no sin cierta aprensión, la piel tersa y brillante con la punta de la lengua. Poco a poco, me voy acostumbrando a su sabor, al tiempo que noto como mi excitación va en aumento. Él guía mis movimientos ejerciendo una suave presión en mi cabeza, en ocasiones acompañadas por frases cortas que me indican lo que debo hacer: rodéala con los labios, ejerce más presión, lame al mismo tiempo, así, un poco más rápido…Pienso todo el tiempo en que de un momento a otro me llenará la boca, tendré arcadas estoy segura, quizá se sienta molesto ¿si se enfada?. Tira hacia atrás de mi cabeza y siento como el semen caliente choca contra mi pecho y se desliza en grandes goterones.

Lo hacemos siempre que tenemos ocasión, y siento que estoy enganchada a Gonzalo. Cada vez que cierro los ojos revivo las sensaciones que experimento cuando me toca. En clase se queda mirándome fijamente y puedo adivinar lo que está pensando. Su mirada recorre mis pechos y noto como mis pezones se endurecen. A veces acabo con las bragas empapadas, muerta de ganas porque me toque. Hoy, al salir, me ha dicho que está preparando una cita muy especial, no he podido sacarle nada más, es una sorpresa, me ha dicho. Quizá piensa que ya estoy preparada para hacerlo de verdad. Y lo estoy, últimamente no deseo otra cosa, sueño con tenerle dentro. Sentir como su polla se hunde con cada embestida, arañarle la espalda, morderle la boca… no se lo que me pasa. Será el próximo fin de semana.
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- ¿Qué haces, reina? Estás muy pensativa.
- ¡Ah! Hola Xuso, estaba ojeando esta revista, en la tele no hacen nada que valga la pena.
- La revista la tienes delante, pero me parece que tu cabeza estaba en otra parte.
- No digas tonterías, anda, he tenido un día agotador.

Se sienta a mi lado y por la expresión seria de su rostro, intuyo que quiere hablar de algo importante.

- Mira, Gloria, se que me he puesto muy pesado con lo de la cena del Instituto, pero lo he estado pensando y… tienes razón, no se nos ha perdido nada allí, así que nos olvidamos del tema ¿vale?.
- No se por qué has cambiado de idea, Xuso.
- Pues porque no tengo ganas de verte así. Me hacía ilusión, no puedo negarlo, pero la verdad es que pensaba que a ti te iba a apetecer encontrarte con algunos buenos amigos a los que hace muchos años que no has visto.
- María, Esther, Luis… ¿te acuerdas del buenazo de Luis? Todos se aprovechaban de él. Sí, Xuso, desde que me marché sólo volví a ver a María. Creo que fue cuando estaba en el segundo año de carrera, aún no me había encontrado contigo aquí en Barcelona. Era verano y la invité a pasar unos días conmigo, estuvimos en la casa que mi padre acababa de comprar en la playa. Al principio mi madre me contaba alguna cosa sobre ellos cuando venía a verme, luego también con ella me fui distanciando, ya sabes que no me cae muy bien Alfonso, su pareja.
- Sí, no se qué te ha hecho el pobre hombre. A mí me pareció amable y simpático la última vez que vinieron a visitarte, pero tu estuviste todo el tiempo con cara de perro.
- Será de perra.
- ¡Qué graciosa!
- Igual tienes razón, pero no se me olvida que fue el tercero en discordia, no le importó meterse por el medio y acabar con un matrimonio.
- No seas infantil, anda, monina, ese matrimonio ya estaba más que roto. Y a ti no te vino mal que tu padre pidiese el traslado a Barcelona, para largarte con él a toda prisa.
- Hubiese venido de todos modos, quería estudiar periodismo y quería hacerlo aquí. Y sí, necesitaba imperiosamente salir de allí, me asfixiaba, y te aseguro que estaba deseando perder de vista a la gran mayoría nuestros queridos compañeros, salvo alguna que otra excepción.
- Pues no se hable más, voy a romper la invitación y nos olvidamos del tema.
- No, espera.

Me mira extrañado.

- No la rompas, aún falta una semana, déjame que aclare un poco mis ideas. Últimamente estoy como aturdida, no consigo pensar con claridad y no se muy bien que es lo que quiero hacer realmente. No me mires así, no estoy loca… o casi.
- Está bien, reina, tu mandas.
- ¿Si?... pues mira, ya que estás tan obediente ¿podrías darme un masajito en las piernas? Se bueno, por favor, me pesan como si fuesen de plomo.
- Está bien – suspira- tienes un amigo que no te lo mereces.
- Lo se, Xuso, lo se, aunque no lo demuestre muy a menudo. Anda, dame un abrazo.
- No eres zalamera tú ni nada, cuando te lo propones.

Su abrazo es cálido y prolongado. Parece que ahí, en el hueco de su pecho, nada puede afectarme. Cuando me suelta tienes los ojos brillantes. Se sienta a mi lado y coloca mis piernas sobre las suyas. Sus manos son como pájaros revoloteando ligeras por mis tobillos.

viernes, 17 de abril de 2009

Pecado de juventud (Cinco)


No es como los otros chicos con los que he estado, ellos se conformaban con manosearme un poco las tetas, meter la mano bajo la falda o acariciarme el sexo por encima de los pantalones. Cuatro restregones y se corren solos. Gonzalo me besa el cuello y con dedos hábiles me desabrocha el sujetador. Cuando acerca los labios a mis pezones, éstos parecen que se estiran deseando el contacto con su boca.

Mi cuerpo se deja llevar por el deseo que él me provoca, sin embargo, no logro hacer que desaparezca una idea que permanece fija en mi cabeza: no quiero follar con él. Ni yo misma entiendo el por qué, pero se que no voy a hacerlo. Por un momento me paraliza el miedo de que vaya a obligarme, mi cuerpo se tensa y Gonzalo se da cuenta.

- ¿Qué te pasa? – me dice apartándose un poco para poder mirarme.
- Yo…yo… -tartamudeo- no, no quiero hacerlo.
- No quieres hacer ¿qué?... ¿no quieres que te la meta?
- No.
- Bueno, pues no te preocupes, no lo haré… hay formas de pasarlo bien. Dime ¿te gusta esto? – y desliza un dedo por debajo de mis bragas que hace que me retuerza de placer. Relájate, Gloria, te voy a enseñar a disfrutar, tonta, confía en mi, me vuelves loco mi vida, me vuelve loco este coñito caliente, hazme caso, haz lo que yo te diga y lo pasaremos bien… lo pasaremos muy bien.

Sus dedos penetran mi sexo rítmicamente y yo sólo deseo que lo hagan más y más dentro. Ahora podría follarme si quisiera y no encontraría ninguna resistencia por mi parte, pero no lo hace. Confío en él. De pronto me siento vacía y detengo el vaivén de mis caderas. ¿Qué hace? Me pregunto cuando se mueve bajando hacia mis pies, al tiempo que desliza mis bragas por las piernas. Una ligera presión de sus manos entre los muslos y las abro. Nerviosa. No acabo de creer lo que imagino que se dispone a hacer.

Pero allí está, el contacto de su lengua en mi sexo, la punzada de placer, mi clítoris latiendo. Abro las piernas todo lo que puedo. Nadie había metido ahí la boca, nadie. ¿A quién le gusta hacer eso? Pienso. Si al menos acabase de ducharme. Estoy mojada y mi sexo desprende un fuerte olor a excitación que hasta yo puedo percibir, pero a él parece no importarle. Juguetea con su lengua en busca de caminos escondidos, hendiduras, rendijas, recovecos. Con los labios chupetea el clítoris, succiona… se detiene. Me incorporo aturdida y le encuentro sonriente mirándome.

- ¿Te gusta? – me pregunta, con sonrisa maliciosa.
- ¡Ufff! – no tengo fuerza para contestar nada más coherente.
- Pues pídeme que siga.
- ¿Qué?
- Que me lo pidas, pídemelo. Pídeme que te coma el coño, hazlo… ahora.
- Cómeme el coño – digo con un hilo de voz.
- Más fuerte, dilo más fuerte.
- ¡Cómeme el coño!
- Más fuerte.
- ¡Cómeme el coño! ¡Cabrón!

Se mete con furia entre mis piernas. Unos ligeros toques son suficientes para hacerme estallar. Me estiro. Me doblo. Grito. Y poco a poco mis músculos se relajan, tiemblan ligeramente, me siento fláccida, sin fuerzas. Es la primera vez que otra persona me provoca un orgasmo y no es lo mismo que hacértelo tu misma, no, no es lo mismo.

Me besa. Sabe a sexo, mi sexo.

- Es tu turno – dice mientras empieza a desabrocharse la bragueta.

Imagino lo que quiere, y siento una mezcla de deseo, repulsión y miedo. También cierta vergüenza, no se cómo hacerlo. Parece adivinar mis pensamientos.

- Yo te enseño, sólo tienes que hacer lo que te diga.

Asiento ligeramente y no acabo de entender tanta experiencia en un chico de su edad.
...

jueves, 9 de abril de 2009

ATMÓSFERAS (100 relatos para el mundo)

Disculpad que haga un inciso en la historia que estoy contando para presentar un libro que muy pronto estará a disposición de todo aquél que quiera comprarlo.

Hace unos meses recibí una invitación de mi amiga Tania Alegría para participar en un proyecto puesto en marcha por Javier Ribas de Escritores en Red. Se trataba de aportar un relato para poder editar un libro (en principio se pensó que fuese de 50 relatos) solidario, cuyos beneficios se destinan a la Fundación Vicente Ferrer

Hoy ese proyecto se ha hecho realidad: ATMÓSFERAS (100 relatos para el mundo) está en la imprenta.

PRIMERA IMPRESIÓN 200 EJEMPLARES NUMERADOS EN IMPRENTA
EDICIÓN COLECCIONISTA
(VENDIDOS)







SEGUNDA IMPRESIÓN 100 EJEMPLARES 
(VENDIDOS)




TERCERA IMPRESIÓN 100 EJEMPLARES 
(A LA VENTA MUY PRONTO))



Los derechos de autor y beneficios de la venta,  se destinan a la creación de becas para el acceso a la Universidad de chicas y chicos de Anantapur, los dálits o intocables, quizá sea una buena razón (además de disfrutar con la lectura de 100 relatos) para comprar un ejemplar. 

A la derecha del blog está el enlace a la página de Escritores en red (y aquí mismo) donde encontraréis cumplida información para reservar el libro, o comprarlo a partir del próximo 1 de Mayo.

También podéis hacer publicidad en vuestros respectivos blogs. Yo, os agradezco de antemano que os hayáis parado un momentito a leerme. Gracias.


martes, 7 de abril de 2009

Pecado de juventud (Cuatro)


Desde que Rafael llamó a Gonzalo a su despacho, la tensión que existe entre ellos se hace presente en cada clase. No se qué jodido problema tienen estos dos. La gente no se atreve a hablar de ello, de ese ambiente extraño, de esos silencios que se producen cuando las miradas de ambos se entrecruzan. La mayoría tiene miedo de Gonzalo, de su reacción si se entera que se habla de él a sus espaldas.

Tengo la impresión de ser observada mientras sigo con interés la explicación de Rafael, en realidad estoy embobada mirando el movimiento de sus labios cuando habla, dejando entrever los dientes y esbozando una ligera sonrisa de tanto en tanto. Giro la cabeza buscando la causa de esa extraña sensación y sorprendo a Gonzalo mirándome fijamente. Me siento rara, creo que es la primera vez que sus ojos no me atraviesan como si de un ente invisible se tratase. Como en un reto me obligo a aguantar su mirada estoicamente ¿qué coño mirará este gilipollas? – pienso. Él, inexplicablemente, me sonríe.

Mi cabeza es un torbellino de ideas disparatadas y no consigo concentrarme en nada. No entiendo a qué ha venido esa sonrisa y me siento desbordada por una extraña mezcla de sensaciones. Gonzalo no es la clase de chico que me gusta, pero al mismo tiempo no puedo dejar de sentir un revoloteo en el estómago. Cuando suena el timbre que da la clase por finalizada, recojo mis cosas a toda prisa y salgo corriendo hacia el lavabo.

- ¡Qué coño te pasaba en clase! – es María que entra como un torbellino en el baño.
- ¿De qué estás hablando?
- No te hagas la despistada, he visto como te miraba.
- Yo qué se, tía. Le habrá dado por ahí, anda, vamos a casa, tengo que acabar el trabajo de música o me caerá también este trimestre.

Esperando en la puerta está Gonzalo.

- Gloria, te estaba esperando.

No contesto, sólo le dirijo una mirada interrogante.

- Si quieres te llevo en la moto hasta tu casa.
- No, gracias, voy con María.
- Por mí no te preocupes – dice Maria, que da un respingo al notar el pellizco que acabo de darle en el brazo.
- ¿De verdad no quieres que te lleve? Me apetecía charlar contigo un rato.

Mientras habla pone su mejor expresión de chico bueno, baja la mirada fingiendo timidez e imprime a su voz un tono cariñoso y suplicante.

- Tengo cosas que hacer, Gonzalo, quizá otro día.
- ¿Hablamos mañana? Es viernes. Al salir de clase podríamos ir a algún sitio a tomar algo ¿qué te parece?
- Esta bien, mañana hablamos.

Hace dos semanas que Gonzalo y yo somos poco menos que inseparables. Tengo que reconocer que sabe como conquistar a una chica, y a la madre de la chica, la mía está encantada. El primer día que me vio bajarme de su moto pensé que iba a echarme una buena bronca, todo lo contrario, no podía creer que el chico perfecto estuviese saliendo con su hija, y al parecer iba en serio ¿no?, ya le habían ido con el cuento algunas madres. Quizá no le gustaría tanto si entrase ahora en casa y nos pillase.

Mis padres se han ido a pasar fuera el fin de semana en un último intento por salvar su matrimonio. No se pueden aguantar las dos o tres horas que se ven al cabo del día ¿cómo van a soportarse mutuamente durante un largo fin de semana? Temo que regresen en cualquier momento, aunque sería un desperdicio no aprovechar la habitación del hotelito que ya han pagado.

Aún no acabo de cerrar la puerta y Gonzalo ya ha empezado a besarme. Su lengua en hunde en mi boca, recorre mis dientes y busca enredarse con la mía, mientras las manos se cuelan bajo la blusa y acarician mi espalda. Se me eriza la piel y empiezo a humedecerme…