Hola a todos y todas.
Hace dos años que este blog no tiene ningún post nuevo y supongo, pensareis "¿y ahora, porque un nuevo post, despues de tanto tiempo?"
Bien.
No soy Des. Soy su hija.
Hace poco que este blog ha recibido visitas y comentarios y me he visto obligada a escribir y de verdad, ojalá, no tuviera que hacerlo, pero creo que los seguidores/lectores de mi madre lo mereceis.
Des, mi madre, no volverá a escribir, ni publicará, ni leerá, ni contestara agradecida a vuestros comentarios....
Des, nos dejó el 5 de febrero de 2016.
Luchó contra 4 cánceres , de cavum, de colon (perdiendo parte de este), de peritoneo (perdiendo parte de estomago y de hígado) y de psoas....Perdiendo la batalla.
Al final, su ave fénix interior no pudo resurgir más, pero peleó con uñas y dientes hasta el último día.
Y sé que si fuera ella la que escribiera esto animaría a todo el mundo que sufre esta odiosa enfermedad a luchar, a no rendirse nunca, porque a veces, se pierde pero muchas otras, se gana.
Hay que agarrarse a la vida con fuerza y afrontar cada obstaculo con esperanza y optimismo.
Gracias y hasta siempre...
Imagen: coaching deporte
Patio Casa Lobato
Imagen: Manuel García
martes, 5 de abril de 2016
jueves, 20 de febrero de 2014
De Repente...
De repente, NUBES.
Todo lo que me rodea se vuelve gris, negro. Como en una película surrealista, el paisaje se torna sombrío y amenazador. No se cuándo ha ocurrido, ni cómo, ni por qué, pero mi mundo se desmorona como un castillo de naipes azotado por el viento.
Mis pensamientos giran en torbellino, a veces creo que debe tratarse de un error, que no puede ser, otras, quiero pensar en qué voy a hacer, pero ni siquiera se si tengo futuro.
Entonces llegan más preguntas: ¿por qué? ¿por qué a mí? E imagino a un ser todopoderoso y vengativo que me señala con su dedo acusador. ¿Qué pecado tan grave he cometido para merecer tan cruel castigo? Rebusco en mi pasado y no lo hallo. He trabajado duro, me he sacrificado por mi familia, he cuidado de mis mayores, no he hecho daño a nadie deliberadamente, y si alguna vez lo hice y me di cuenta, pedí perdón.. ¿entonces?
En esa maraña de pensamientos, otra pregunta se abre paso, es la respuesta: ¿Y por qué no? Y me doy cuenta que no hay tal ser castigador, que la vida, siempre caprichosa, hecha de alegrías y tristezas, tenía guardado esto para mí y tengo que vivirlo.
Así que tomo una decisión: luchar con uñas y dientes por ganar esta batalla.
De repente, SOL.
Un sol que se abre paso a codazos entre las nubes e ilumina el rostro, ya familiar, del hombre que está sentado ante mí. Mis ojos abiertos como platos, el corazón temblando. Sus palabras resuenan en mi cabeza y yo sólo tengo ganas de abrazarle y echarme a llorar. LLorar de emoción y alegría, al saber que de momento se acabó la incertidumbre y los días de sufrimiento y angustia.
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Martes, 18 de Febrero de 2014, después de tres años, dos operaciones y tres tumores graves superados, mi oncólogo el Dr. Fernández Martos, una vez revisado el último TAC realizado, me confirma que todo está en orden y termina mi tratamiento.
Me esperan revisiones y pruebas, controles y meses o quizá años de recuperación. Meterle unos kilitos a este cuerpo de apenas 35, recuperar fuerzas y arreglarme la boca, destrozada por tanto tratamiento agresivo para lucir la mejor de mis sonrisas.
Hoy, la sonrisa la llevo tatuada en el corazón con tinta de colores.
GRACIAS A TODOS. DE CORAZÓN.
Imagen: Manuel Daniel Rivera.
viernes, 8 de junio de 2012
Un martes en mi vida ( Del libro "Ahora que estamos solos")
Hoy es un gran
día, volvemos a vernos. Quiero estar radiante, sensual, quizá aparentando fría indiferencia...
¡qué difícil! Éste me hace gorda. Pues lo siento, chica –murmura el espejo- yo
no hago milagros, tan sólo reflejo lo que en mí se mira. Pues vaya una ayuda,
¡cállate! no sea, que de una patada te rompa en cachitos y ya no haya nadie que
pueda arreglarte. Y asustado, calla. Con éste parezco una carmelita, y con éste
una mujer de
esas, de la mala vida. ¡Señor! ¿qué me pongo? ¿y si lo echo a suertes como
cuando niña? Pito, pito, gorgorito, ¿dónde vas tú tan bonito? a la era
verdadera, chim, pom, fuera. Ya está ¡decidido!¡Ay! Se me hace tarde. Con estos
zapatos no puedo correr, sólo me faltaba romperme una pierna. ¡Vaya
pensamientos! Tú calla y camina. Ya llegué al garito donde hemos quedado, me
voy a la mesa del fondo, escondida. ¿Por qué estoy nerviosa? Vamos, tranquilita,
que no pasa nada. Pues eso es lo malo, nunca pasa nada. Mi pierna derecha se
cruza impaciente sobre su gemela. Y el pie, despistado, sigue el ritmo loco de
la melodía que suena en la radio: arriba y abajo, abajo y arriba. Descruzo la pierna,
la vuelvo a cruzar. Busco en el teléfono alguna llamada que igual con las
prisas, no pude escuchar. Nada, está vacío. Enciendo un cigarro. Entras por la
puerta, con paso tranquilo. Ya sé, me dijiste, que el ser puntual no está entre
tus vicios. Te acercas, te sientas. Me miras, te miro. Sonríes, sonrío. Y así
nos quedamos. Yo miro tus labios. Tus ojos se pierden dentro de mi escote. Fumo
sin parar. Y tu te concentras en una pequeña gota de sudor, que desciende lenta
hasta el mismo centro del estrecho valle que hay entre mis pechos. Siento que
se deben notar mis pezones. Me miras, te miro. Me aguanto las ganas y hablamos
del tiempo. ¡Qué calor ha hecho todos estos días! Sí, ¡ojalá lloviese!. Pues puede
que sí porque viniendo hacía aquí, he oído algo así
como un trueno.
¡Mal rayo te parta! –esto no lo digo, lo pienso en silencio- pero mi mirada
creo que echa fuego. La tuya pasea por todo mi cuerpo, se para en mis ojos, me
habla en silencio. Y yo no la entiendo. Pasan los minutos, y llegan las horas.
Al fin, no creo que éste sea mi gran día, tan sólo será un martes cualquiera.
Tu estás muy tranquilo, tan sólo tus manos veo que se impacientan, los dedos
nerviosos, sobre la madera, van marcando el ritmo que mi pie acompaña. Pasará
la noche, lo sé, ya lo veo venir: como dos idiotas, nuevamente hoy, perdemos el
tiempo.
jueves, 31 de mayo de 2012
El legado
(Lujuria- Fernando Botero)
Baja las
escaleras con sigilo aunque sabe que sólo ella escuchará sus pasos. Su mujer,
desde que toma esas pastillas relajantes, cae como un tronco nada más poner la
cabeza en la almohada, y su hijo pasa la noche en casa de un amigo.
Cuando abre la
puerta de la pequeña habitación junto a la cocina, ella está arrodillada frente
a esa especie de altar que tiene montado
con velas y una docena de santos. Se pone de pie al tiempo que se vuelve hacia
él desabrochándose la bata con la que va vestida. Antonia, la criada boliviana,
se quita la prenda dejando al descubierto sus grandes tetas colgantes. La tripa
fofa cae sobre un monte de Venus negro y peludo donde él ha posado los ojos.
Cada noche se
promete que será la última, que echará de su casa a esa zorra de manos ásperas
y coño maloliente, pero acaba bajando las escaleras para follarla. Hoy está
decidido, lleva en el bolsillo del pantalón un fajo de billetes para ella,
quiere que se vaya para siempre. La mujer le pone las tetas en la cara, huelen
a jabón barato y a lejía, él le muerde con rabia un pezón.
Ocurrió por
casualidad, una tarde en que él llamó a su puerta, ya no recuerda el motivo. No
obtuvo respuesta y la abrió justo en el momento en que ella luchaba por sacarse
una camiseta demasiado estrecha. La visión de su cuerpo semidesnudo le trajo a
la memoria a la vieja Hortensia.
“¿Qué tiene
aquí mi niño? Esto ya está grande. Ven, ven con tu Hortensia, verás cómo te
crece” Y le metía la mano por la bragueta, se la meneaba hasta que él no podía
aguantar más. No era tan vieja la Hortensia, andaría por los cincuenta, pero
para un niño de catorce años, era casi una anciana. Se la chupaba con su boca
grande “dame la leche, niño, dámela toda, mira como la trago”. “Métela aquí,
por el culo, que te dará más gusto. Después le comerás el coño a tu Hortensia”
Le gustó como su polla se acoplaba en aquél agujero prieto, lo único prieto que
tenía la vieja. Sintió nauseas cuando ella le obligó a meter la cabeza entre
sus piernas restregándole el coño por la cara.
Desapareció un
buen día de su vida. Su padre dijo que se había marchado, que alguien le
ofreció un trabajo mejor. Y él empezó a frecuentar a las putas más viejas que
encontraba, aunque para casarse eligió a una mujer aséptica y delgada, con el
coño oliendo a jazmín y rasurado.
Ya ha vaciado
su urgencia. Mete la mano en el bolsillo del pantalón y le tira sobre la tripa
el fajo de billetes sujetos con una goma. Ella no dice nada, le mira sonriente
mientras hace la acción de meterse el pequeño paquete por el coño.
Vete de mi
casa, le dice mientras hace girar el pomo de la puerta.
Saliendo de la
habitación oye la voz de Antonia: “Tu hijo es un machote, folla como su padre”.
Y se ríe recostada en la pequeña cama. Y sus risas hacen temblar sus carnes.
miércoles, 30 de mayo de 2012
¡Qué peligro!
Tener un hijo así es un peligro. Voy a ver si encuentro algún insecticida anti lagartas... ¡ay! ¡qué fatiguita!
Fallas (Dos)
Bien... mi hija, como siempre, enmendándome la plana. Pero esta vez tiene razón se me habían olvidado algunos actos:
- El Jubileu, suele hacerse a principios de año, allá por Enero o Febrero, y se trata de salir a las calles a pedir la voluntad a los conciudadanos.
- La despertá, como su nombre indica se trata de despertar a los vecinos, así que con esta finalidad, a las 8 de la mañana, cada día de la semana festiva, los falleros y falleras salen a la calle cargados de petardos que hacen estallar con gran estruendo. Vamos que quien no se despierta es un lirón.
(Despertá de un día cualquiera)
- Nit d'albaes. La "Albá" es un canto de estilo valenciano cuyos instrumentos son únicamente el tabal y la dolçaina. Las voces las ponen dos cantantes y un versador que va susurrándoles al oído la letra de los improvisados versos. En este acto les albaes se les cantan a las Falleras Mayores y Presidentes.
Y ahora hablemos de dinero. Porque quizá os preguntaréis quién paga todo esto. Pues bien, las fallas se financian con una pequeña subvención de los Ayuntamientos, y digo pequeña en cuanto a las de mi pueblo aunque supongo que cada consistorio tendrá su propio presupuesto, y las aportaciones de los falleros que es la suma más importante.
Al iniciar el ejercicio, la Junta Directiva confecciona un presupuesto de los gastos: coste del monumento, grúa, transporte, alquileres del Casal, sillas y carpa, seguros, iluminación, flores, pólvora, festejos... etc., y de los ingresos: cuotas de los falleros, venta de lotería y rifas, recaudación por eventos varios... etc. Así que como veis la mayor parte del coste de una falla lo pagan los propios falleros trabajando durante todo el año .
Al margen de todo esto, las Fallas generan durante todo el año importantes oportunidades de negocio y puestos de trabajo.
- Elaboración del monumento. Aún humean las cenizas de la cremà cuando se empieza a negociar con el artista fallero las características para el monumento del año que comienza. Los talleres falleros trabajan todo el año, teniendo que contratar personal en los meses anteriores a la fiesta.
(Artista fallero)
- Indumentaria. Son varios los establecimientos dedicados exclusivamente a la indumentaria valenciana e indirectamente podemos incluir a modistas, bordadoras, orfebres, joyerías...etc. Y no sólo hablamos del vestido, delantal y manteletas y mantilla; también puntillas, medias, cancán, enaguas, camisas, pololos... prendas que no ser ven pero están ahí.
- Venta de pelo y peluquerías. El peinado valenciano necesita de postizos, bien en mallas para que sea la peluquera la que confeccione los moños o bien con moños ya confeccionados y cosidos.
- Flores. Miles de falleras ofrendan sus ramos a la Virgen, a lo que tenemos que añadir las cestas que ofrenda cada falla, por lo que el negocio de la flor se multiplica en esas fechas.
(Estela, Edu, Eva y Anna preparados para la Ofrenda)
(Edu y Rubén portando la cesta en la Ofrenda)
- Pirotécnia. Son miles de kilos de pólvora los que se queman durante las fallas y muchos los pirotécnicos que esperan estas fechas con ilusión.
- Hoteles, restaurantes, churrerías, buñolerías, venta de souvenirs...etc. No es necesario que os cuente que todos estos colectivos ven aumentados sus ingresos en esas fechas en las que Valencia es visitada por miles de turistas que vienen a disfrutar de las fiestas josefinas.
Y esto es todo amigos. Espero no haberos aburrido con mi cháchara y si se os ocurre venir el próximo año sabed que seréis muy bien recibidos y disfrutaréis de un ambiente festivo y alegre.
martes, 29 de mayo de 2012
Fallas
Aunque con algo de retraso... lo prometido es deuda.
Antes de empezar con el contenido del post, deciros que por el momento estoy recuperándome muy bien, despacio, muy despacio, pero parece que empiezo a ver una salida. Estoy engordando gramo a gramo. Vamos que por un puñado de calorías... mato, como diría la Esteban.
(Monumento Fallero)
No pretendo hacer un estudio sobre la historia de los fallas y su funcionamiento, sólo quisiera que aquellos que sólo ven un monumento que se quema cada año cuando llega el 19 de marzo, conozcan un poco más esta fiesta y lo que significa para los valencianos en todos los ámbitos.
Cuenta la leyenda que en la antigüedad los artesanos y carpinteros de la ciudad de Valencia, con la llegada de la primavera, sacaban a la calle los "parots" (un palo con brazos para colgar velas y candiles con los que alumbrarse en los días de invierno) y les prendían fuego, junto con virutas y maderas inservibles de sus talleres. Los vecinos aprovechaban estas hogueras para limpiar sus hogares de trastos viejos. No tardaron en empezar a "vestir" los "parots" con ropas viejas hasta darles el aspecto de muñecos, lo que ahora se conoce como "ninots". Y más adelante, a algún vecino gracioso se le ocurrió juntar varios "ninots" para describir algún suceso ocurrido en el barrio.
En la actualidad cada falla gira en torno a un tema central y las escenas que la rodean se explican a los visitantes mediante carteles, escritos generalmente en verso.
(Canción "El Fallero" interpretada por Francisco.)
En la actualidad se "plantan" 385 fallas grandes y la misma cantidad de infantiles, sólo en la ciudad de Valencia, más 250 aproximadamente en los pueblos de la provincia. Las Fallas son entidades sin ánimo de lucro compuestas por las Comisiones Falleras (faller@s). Cada comisión elige cada año y democráticamente a su Presidente y Presidente Infantil de entre los candidatos presentados. El Presidente nombrará una Junta Directiva (Vicepresidente, Secretario, Tesorero, Delegados varios, etc.), que serán los encargados de administrar y organizar las actividades de la entidad. La Fallera Mayor y Fallera Mayor Infantil, se suelen elegir por antigüedad en el caso de que haya más de una candidata, a excepción de la s Falleras Mayores de Valencia elegidas por un Jurado.
Los actos más importantes de la fiesta fallera son de muy distinta índole y comienzan con la Proclamación de las Falleras Mayores entre los meses de Septiembre y Octubre. A principios de año empiezan las Presentaciones.
La Presentación suele realizarse en locales cerrados y a ser posible dotados de escenario (teatros, salón de actos, etc.) con asistencia de público, en el que se presentan las Cortes de Honor (falleras) de las Falleras Mayores, siempre acompañadas de los falleros. La decoración, iluminación, música, etc, para el acto corre a cargo de los falleros y suele girar sobre un tema concreto.
Los actos más importantes de la fiesta fallera son de muy distinta índole y comienzan con la Proclamación de las Falleras Mayores entre los meses de Septiembre y Octubre. A principios de año empiezan las Presentaciones.
La Presentación suele realizarse en locales cerrados y a ser posible dotados de escenario (teatros, salón de actos, etc.) con asistencia de público, en el que se presentan las Cortes de Honor (falleras) de las Falleras Mayores, siempre acompañadas de los falleros. La decoración, iluminación, música, etc, para el acto corre a cargo de los falleros y suele girar sobre un tema concreto.
(Anna y Natxo en Presentación 2011)
(Justi y Edu, presentación 2011)
(Nota: Edu y Anna son mis hijos)
(Corte de Honor 2011)
En la semana fallera los actos más destacados son:
- La Crida, es el acto en el que las falleras mayores anuncian el inicio de la fiesta e invitan a todos a participar de ella.
(Acto de la Crida en las Torres de Serrano)
- Las Mascletaes que se celebran del 1 al 19 de Marzo a las dos de la tarde y que consiste en la explosión continuada de cohetes y petardos en un recinto especialmente dedicado a ello. La más espectacular es la de la Plaza del Ayuntamiento de Valencia.
(Mascletà en la Plaza del Ayuntamiento)
- La Cabalgata del Ninot consiste en un desfile en el que los miembros de cada comisión fallera van disfrazados. Estos disfraces suelen tener relación con el tema central de su falla.
(Anna, Carmen, Amparo, Justi, Iker y Lluis disfrazados de mor@s)
- La Plantà. Desde principio del mes de Marzo hasta el día 16, los artistas falleros trabajan en la colocación de las fallas para que estén a punto en el momento en que las visitará el Jurado para otorgar los premios correspondientes dentro de sus categorías, así como elegir el "Ninot Indultat" que se librará del fuego y pasará a formar parte del museo.
(Plantà de una falla)
- La Ofrenda de Flores. En Valencia ciudad se ofrecen las flores a la Virgen de los Desamparados y en los pueblos de la provincia a su virgen correspondiente. En el caso de mi pueblo a la Mare de Deu al Peu de la Creu. Es un acto multitudinario y muy emotivo por el que desfilan miles de falleras portando sus ramos de claveles y acompañadas por los falleros. Con estas flores se confecciona el manto de la Virgen a partir de un esbozo que cambia cada año. Las distintas comisiones falleras son avisadas con antelación sobre el color que deben llevar en sus ramos: rojo, blanco o rosa.
(Elaboración del manto)
(Manto 2012 terminado)
- La Cremà, acto que se realiza la noche del 19 de Marzo en el que se queman todas y cada una de las fallas de ese año.
(Cremà de una falla)
Además de estos actos oficiales, durante la semana de fiestas las comisiones falleras, bien en carpas o en los casales (local de reunión de los falleros) se organizan fiestas, tales como verbenas, playbacks, teatro, discomóvil, etc., para desfrute y diversión de todo aquel que lo desee.
Pero no sólo de fiesta vive el hombre y las fallas son también trabajo no remunerado para los falleros y negocios y creación de empleo para varios colectivos de la ciudad. De eso os hablaré mañana en otro post o éste se hará interminable.
martes, 8 de mayo de 2012
Manual para comer de la paella (sin plato ni ná)
(Fuente:Don Rigodón Hostelería)
Es ésta una costumbre muy valenciana, que como casi todo tiene sus normas:
Si come de la Paella, vd.
debe saber:
La paella es como una caja de quesitos en porciones.
...
Los jugadores están distribuidos alrededor de la paella de forma equidistante
A cada jugador le corresponde solo el quesito que tiene delante de sus narices.
El cubierto oficial del juego es la cuchara de metal o madera.
Si el jugador quiere exprimir limón en su área, deberá tener autorización verbal de sus dos vecinos, a los que procurará no salpicar.
El juego comienza cuando el macho dominante de la manada dice "Vinga que es gela l'arròs!" (Tr.: ¡Venga, que se enfría el arroz)
Si la paella está buena, el elogio al cocinero se hará de forma intermitente cada dos cucharadas durante toda la comida.
Los tropezones que hay en cada sector son propiedad del jugador titular de ese espacio. Si algún elemento integrado en su zona no es del gusto del jugador lo depositará delicadamente en el centro de la paella para que lo disfrute otro jugador.
Las piezas de carne cuando salen de la paella no pueden volver, ni por partes, ni en los huesos.
Si alguien invade el espacio de otro jugador sin permiso, será amonestado, a la segunda oirá aquello de "eres un poc fill de puta" (Tr.: Eres un poco malandrín) y tendrá que pagar los carajillos.
Se entiende que un jugador abandona, cuando apoya la cuchara en el borde del caldero y dice "Estic fart, ja no puc més!" (Tr.: Estoy harto, no puedo más) En ese momento su zona queda franca y puede ser ocupada.
Queda terminantemente prohibido girar la paella para acceder a otro punto donde aún queda arroz.
Si la paella baila alguien deberá coger del asa para estabilizarla. El/los jugador(es) que se ocupen de este cometido recibirán elogios del resto, que se emplearán a fondo para mantener siempre llena la copa de vino del esforzado estabilizador durante toda la comida.
Cuando se toca hierro con la cuchara, en las postrimerías de juego, los valencianos se enfrentan al "Socarrat", es un momento glorioso donde el nerviosismo cunde. El frenesí es tal, que aquello se parece a una prospección petrolífera. Los que no participan en el festín deben relajarse y esperar el postre.
La partida acaba cuando los jugadores se retiran o ya no queda nada en el caldero, señal indiscutible que estaba buena o había mucha hambre.
La paella es como una caja de quesitos en porciones.
...
Los jugadores están distribuidos alrededor de la paella de forma equidistante
A cada jugador le corresponde solo el quesito que tiene delante de sus narices.
El cubierto oficial del juego es la cuchara de metal o madera.
Si el jugador quiere exprimir limón en su área, deberá tener autorización verbal de sus dos vecinos, a los que procurará no salpicar.
El juego comienza cuando el macho dominante de la manada dice "Vinga que es gela l'arròs!" (Tr.: ¡Venga, que se enfría el arroz)
Si la paella está buena, el elogio al cocinero se hará de forma intermitente cada dos cucharadas durante toda la comida.
Los tropezones que hay en cada sector son propiedad del jugador titular de ese espacio. Si algún elemento integrado en su zona no es del gusto del jugador lo depositará delicadamente en el centro de la paella para que lo disfrute otro jugador.
Las piezas de carne cuando salen de la paella no pueden volver, ni por partes, ni en los huesos.
Si alguien invade el espacio de otro jugador sin permiso, será amonestado, a la segunda oirá aquello de "eres un poc fill de puta" (Tr.: Eres un poco malandrín) y tendrá que pagar los carajillos.
Se entiende que un jugador abandona, cuando apoya la cuchara en el borde del caldero y dice "Estic fart, ja no puc més!" (Tr.: Estoy harto, no puedo más) En ese momento su zona queda franca y puede ser ocupada.
Queda terminantemente prohibido girar la paella para acceder a otro punto donde aún queda arroz.
Si la paella baila alguien deberá coger del asa para estabilizarla. El/los jugador(es) que se ocupen de este cometido recibirán elogios del resto, que se emplearán a fondo para mantener siempre llena la copa de vino del esforzado estabilizador durante toda la comida.
Cuando se toca hierro con la cuchara, en las postrimerías de juego, los valencianos se enfrentan al "Socarrat", es un momento glorioso donde el nerviosismo cunde. El frenesí es tal, que aquello se parece a una prospección petrolífera. Los que no participan en el festín deben relajarse y esperar el postre.
La partida acaba cuando los jugadores se retiran o ya no queda nada en el caldero, señal indiscutible que estaba buena o había mucha hambre.
¡¡¡Bon profit!!! (tr: ¡¡¡buen provecho!!!)
jueves, 26 de abril de 2012
¡¡¡Paciencia!!!
Convaleciente (Hale 1906)
Hace unos días que estoy en casa, pero no me apetecía mucho escribir ¡hay que ver como se apodera de mi la pereza cuando me siento tan débil y vulnerable! Y como "a perro flaco todo son pulgas" me cuesta un montón escribir porque he perdido mucha sensibilidad en las yemas de los dedos y tengo una especie de hormigueo constante. En fin, poco a poco iré acostumbrándome.
¿La operación? Toda una odisea. A veces me da por pensar que alguien me echó mal de ojo.
En un principio debían operarme el día 15 de marzo, pero mira por donde después de haberme preparado el día anterior, resulta que cuando me llevan al quirófano descubren que tengo unas décimas de fiebre ¡operación abortada! (me cago en to) y claro, a esperar más de una semana hasta que puedan reubicarme. Eso fue el día 26, con algunas sorpresas: además del colon tuvieron que extirpar un trozo del intestino delgado (menos mal que es largo), y me descubrieron un soplo en el corazón provocado por la anemia que padecía. Este problema (el del soplo) lo solucionaron en los días siguientes y resulta que según el cardiólogo tengo el corazón fuerte como el de un toro ¡por fin una buena noticia).
Después de eso, una semana en la UCI y otra más en sala. Pero ahí no acaba todo, aún me quedan seis meses de tratamiento de quimio preventiva que empezaré el mes que viene. Afortunadamente sólo tendré que ir un día cada tres semanas al hospital de día. Así que aún tengo para una temporadita.
De momento me voy encontrando mejor, sigo con los problemas de audición ( del izquierdo estoy sorda como una tapia) y de saliva (ni gota, ni gota). Paciencia, me aconsejan, algo de lo que siempre he adolecido, así que os podéis imaginar lo que me cuesta no desmoronarme.
No puedo dejar de agradecer nuevamente vuestro cariño, que es de una gran ayuda.
El próximo post: fallas.
martes, 13 de marzo de 2012
Señor pirotècnic, pot començar la mascletà...
Ese es el mensaje de la Fallera Mayor de Valencia a las 2 de la tarde en punto desde el 1 al 19 de Marzo. Este año me tendré que conformar con verlas por la tele y a partir del jueves, ni eso. Sí, por fin ingreso mañana en el IVO para operar el jueves y quitarme ya este dichoso colon. Y como no podía ser de otra forma tenía que ser en Fallas. Cuando vuelva y esté un poco recuperada, os contaré cómo son las fallas por dentro, los miles de puestos de trabajo y pequeños negocios que sobreviven a su sombra durante todo el año. Os contaré que las fallas no son sólo esos muñecos graciosos que llenan la ciudad y los pueblos vecinos para perecer pasto de las llamas, son mucho más.
Pero... a lo que vamos, gracias a todos por vuestro cariño y espero estar pronto por aquí.
lunes, 16 de enero de 2012
Haciendo un esfuerzo
Tenéis mucha razón, pero es tan difícil.
Desde ayer estoy intentando hacer cosas en casa, poco poco, sin cansarme, para que lo días no se me hagan tan largos, cruzada mano sobre mano todo el día.
Aun así, el día se me alarga como si fuese una goma elástica, todo es mirar el reloj y no hay forma de que adelante. Tampoco es que pueda hacer muchas cosas, de 59 kilos que pesaba, me he quedado en 40 kilos así que os podéis imaginar como estoy de debilucha.
Manu, quería preguntarte algunas cosas si no tienes inconveniente:
Cuando empezaste a comer sólido?
Perdiste audiciòn con la quimio? Tardaste es recuperarla? Es que yo oigo bastante peor y el oncólogo me dijo que era por la quimio y que en unos meses la recuperaría.
Yo llevé la sonda gástrica hasta hace unos días, pero ahora me cuesta mucho comer sólido. No tengo problemas para tragar, pero al no tener apenas saliva la comida se me hace una bola y no hay forma de tragarla,. así que estoy a base de purés, sopas, yogures... y un batido proteínico con cada comida, no se qué hacer para empezar a engordar un poco. Como además tengo anemia por el tumor del intestino, no hay forma de recuperarme. Me vendrán bien tus consejos o experiencias.
Bueno, chicos, a ver si ahora que he cogido el hilo vengo a menudo por aquí, Besos.
sábado, 14 de enero de 2012
Un pasito para adelante, dos pasitos para atrás.
Gracias amig@s por vuestros mensajes de ánimo. Ya he visto que mi hija Anna os mantiene informados, es un sol no se qué haría sin ella. Realmente estoy tan deprimida que no tengo ganas de conectarme, ni de prácticamente hacer nada.. Las cosas no van bien.
Me han detectado otro cáncer en el intestino que tienen que operarme, supongo que el mes que viene, sobre Febrero, mientras tanto estoy a la espera de algunas pruebas más y recuperarme un poco para la operación.
Así que ya os podéis imaginar mi estado de ánimo: por los suelos. Hay días que sólo quiero dejarlo todo y morirme, y no paro de llorar, pero se que tengo que luchar por mi y por mi familia que está sufriendo tanto como yo.
Ahora estoy en casa, ya os informaré cuando ingrese para la operación.
Besos.
domingo, 4 de diciembre de 2011
En espera
Apenas unos minutos para contaros que estoy bien. Por diversas circunstancias aún no han podido darme el último ciclo de quimio, ya que padezco una anemia bastante fuerte que intentan paliar a base de transfusiones de sangre. Este fin de semana me mandaron a casa y dentro de un rato vuelvo al hospital. Mañana a primera hora me efectuarán un análisis de sangre a ver como estoy con la anemia y dependiendo del resultado empezarán con los goteros o no (cruzo los dedos), si la cosa va bien, esta semana por fin termino.
Según la doctora de radio el tumor está liquidado, ahora sólo falta esta última dosis de quimio y a recuperarme. Cuando me encuentre con suficientes ánimos vendré a contaros lo que ha pasado todas estas semanas y sobre todo mi estado de ánimo que creo que es lo más importante.
Gracias a todos por vuestro interés y cariño, significa mucho para mi.
Os dejo un video de Fito, uno de mis cantantes favoritos..
Besos.
miércoles, 5 de octubre de 2011
¿El último tramo?
Antes que nada, quiero responder a dos comentarios del post anterior.
Amiga "Anónimo" te agradezco mucho tu recomendación y aunque, gracias a Dios, de momento tengo el cuello totalmente repuesto de sus quemaduras, gracias sobre todo a Rosana, la mejor enfermera del IVO, no puedo dejar de poner aquí la marca de esa crema por si alguien entra a leer y puede resultarle útil. La crema se llama Biafine, es francesa y puede encontrarse por internet.
Raquel, todos lloramos por lo que luego comprendemos que son tonterías, sobre todo en ciertas épocas de nuestra vida, según vamos cumpliendo años cambian los motivos por los que lloramos. Creo que soy una mujer fuerte físicamente, al menos hasta ahora. No he padecido graves enfermedades, ni he tenido intervenciones o accidentes dolorosos, así que por dolores físicos no suelo llorar, no lo he hecho ni siquiera en las pocas ocasiones en que he padecido alguno. Soy de esas que aprietan los dientes y aguanta lo que le echen, a veces el dolor ha hecho que las lágrimas broten por si solas, pero sin conseguir ni un ¡ay! de mi garganta.
Sin embargo, me ha hecho llorar tu comentario, como muchos de los que recibo. Me hace llorar la cara de alegría que percibo en amigos o compañeros cuando me ven y se encuentran con que tengo un aspecto mucho mejor de lo que ellos esperaban, ese ligero suspiro que se escapa de su pecho. O cuando mi hermana mayor viene a verme (ella no está para muchos trotes) muerta de miedo por lo que se puede encontrar y acaba riéndose mientras charlamos en el sofá. O ver cómo mi hija se desenvuelve como ama de casa: compras, comida, cocina, ropa.... y un largo etcétera del que casi siempre me ocupé yo. O las horas que pasan cuidándome en el hospital, sobre todo mi hermana pequeña y mi madre... ¡ay! mi madre, que se empeña en quedarse conmigo porque dice que no tiene a nadie más a quien cuidar (es viuda desde hace años) y se que puede, está sana y joven, pero sufre, porque es contranatura que una madre de 78 años esté cuidando a su hija de 54... todo esto me hace llorar todos los días, a escondidas claro y de emoción, que no de pena.
Bien, ya he terminado (por fin) la radioterapia. Esta tarde ingreso en el hospital para hacer los tres ciclos de quimioterapia que al parecer me faltan. Según me ha explicado mi oncólogo estaré 6 días ingresado y tres semanas en casa, y así 3 sesiones... ya os contaré.
domingo, 25 de septiembre de 2011
En apenas unas horas...
... vuelvo al hospital. El permiso ha sido corto, pero se agradece estar en casa unos días.
Doria, contestando un poco al comentario del post anterior, sí, estoy utilizando una crema para pieles irradiadas, incluso antes de empezar el tratamiento. Resulta que a principios de Julio, cuando ya me habían diagnósticado el cáncer de cavum, tenía consulta con mi dermatólogo que desde hacer año y medio me trata por una alopecia areata universal que padecí (perdía el pelo de todo el cuerpo), debida posiblemente a una situación de estrés motivada por la enfermedad, bastante larga y dolorosa, del padre de mi marido. El caso es que le dije lo que me pasaba porque era tonto seguir tomando la medicación de mantenimiento del cabello siendo que iba a recibir quimio y radio. Acordamos que lo mejor era volver a ello cuando acabase con el tratamiento, y fue él quien me recomendó la crema y me dijo que empezase ya a utilizarla para ayudar a la piel.
Sin saber de medicina, ni de radioterapia, y guiándome sólo por el sentido común, pienso que si cada persona necesita una protección específica para los rayos del sol porque tenemos diferente tipo de piel, lo mismo puede ocurrir con la radio. Quizá haya gente a la que no le afecte tanto en la piel. La mía es del norte, blanca, con pecas y lunares, y además siempre la tuve bastante delicada. También puede ser que me pusiera suficiente cantidad de crema protectora, no se. Pero estoy segura de que se podía haber evitado el problema de las quemaduras si la doctora que presumiblemente se quedaba a cargo de mi historia clínica y mi tratamiento, hubiese estado más al tanto.
En fin.
Ayer por la mañana vino a verme el médico de guardia, un hombre mayor muy amable y simpático. Hablamos de mi estado general y después de consultarlo con mi enfermera me dejó salir hasta hoy a la hora de la cena, tengo mi habitación reservada. Mañana me harán la siguiente cura, a ver en que estado tengo el cuello. Resulta que cuando el doctor me estaba examinando hablaba con la enfermera y le contaba que estaban experimentando nuevas técnica de radioterapia, que antes entraban hasta el tumor sólo por tres zonas mientras que ahora lo hacen por cinco, que esto ha dado lugar a encontrarse con efectos secundarios que no se daban con anterioridad y que por el contrario otros hayan desaparecido. Esto me hizo afianzarme más en la idea de que los responsables tenían que tener más control sobre esto.
Y ahora vamos a lo positivo, siempre, siempre hay un lado positivo.
Pensaba yo hace unos días que de no haberme pasado algo así, seguramente no habría sido consciente de cuánta gente me quiere y me aprecia. No soy persona que tenga muchos amigos, tengo poquitos y de hace muchos años, pero también están los compañeros de trabajo y toda la gente con la que me relaciono profesionalmente, los conocidos, los que comparten conmigo asociaciones, hobbys, y sobre todo está la familia. En estos pocos meses he sentido el cariño de todos y cada uno, con su particular manera de demostrármelo. Cariño que me ha hecho verter lágrimas de emoción, muchas lágrimas.
Desde éste, mi pequeño rincón, quiero daros a todos las gracias.
Y espera, que se me olvidaba algo muy positivo: MI MARIDO APRENDIÓ A HACER UNA BUENA PAELLA (siempre me tocaba a mi) ¡ja! ya no tiene escapatoria.
viernes, 23 de septiembre de 2011
Mal dadas
¡Ay! mis queridos Doria y Manu, eso es lo que yo hubiese querido, terminar de una vez con las sesiones de radio, pero no ha podido ser, no todavía.
Han sido dos semanas jodidas. El miércoles 14 tuve la segunda sesión de quimio, que no fue mal del todo, las náuseas y vómitos habituales, cansancio y sobretodo la mucosidad tan fuerte y con ese sabor metálico que no logras quitarte en varios días. El problema de tanta mucosidad es que la vas tragando y llega un momento en que el estómago no admite la comida. Y si a esto le añadimos un estreñimiento crónico (perdonad lo escatológico del asunto) debido al parche de morfina... apaga y vámonos. Este último punto se debió a un "despiste" de mi doctora sustituta de radioterapia (la titular está este mes de vacaciones) que no cayó en la cuenta de que la morfina conlleva irremediablemente el estreñimiento.
Pero quizá lo peor era el estado en que se iba poniendo mi cuello: se estaba empezando a caer la primera capa de piel, totalmente quemada, y empezaban a aparecer grandes rodales totalmente en carne viva. Aún en estas condiciones, aguanté la radioterapia hasta el viernes 16, mediante curas de la enfermera de radio, incluyendo la que me hizo el mismo viernes para todo el fin de semana.
El lunes me presenté como siempre a mi sesión, pero me encontraba muy mal, estaba floja porque apenas comía, debido a los dos problemas mencionados antes y que quería consultar con la doctora, y el cuello presentaba un aspecto cada vez más lamentable. Cuando intenté tumbarme en la mesa del aparato de radio, me mareé, era imposible estar en posición totalmente horizontal, pero es que ponerme la máscara iba a ser una tarea ardua. Aún volví a intentarlo y consentí, intentando no gritar, que me colocasen aquella cosa rígida totalmente clavada en las heridas del cuello, pero tuvieron que quitarla porque entre una cosa y otra, sobrevenía el desmayo. Fui a visitar al médico de guardia.
Después de hacerle el resumen de lo que me pasaba, quedamos en que me buscaba una cama en el hospital y me llamaba el martes para curarme las quemaduras del cuello, ayudarme con todo esos problemas digestivos para así poder llevar una buena alimentación con el PEG (la sonda gástrica del estómago) y pausar las sesiones de radio hasta que pudiese volver a reemprenderlas. Me llamaron el martes 20 por la mañana e ingresé esa misma tarde.
No se porqué hay profesionales que hacen su trabajo mejor que bien, y otros que... que están ahí. Hacía apenas unas horas que estaba en la habitación cuando me dicen que han llamado de radio para que me bajen a mi sesión, le digo que no voy a bajar y que deberían tener el aviso correspondiente del médico de guardia del lunes. Bien, pues aún así, se me presenta allí una mujer que dice ser doctora de radioterapia, y lo será, no lo pongo en duda, pero me parece bastante incapaz, y una enfermera. Que qué me pasa, me pregunta. Nada, le digo. Y me corta diciéndome que hable tranquila, que no pasa nada. Me pilló en un día en el que me sentía mal, fatal, y no le mandé a la mierda precisamente por eso. Me sentí como si la tía se estuviese dirigiendo a una niñata caprichosa, que tiene pupa y hay que convencerla para que se ponga la vacuna... ¡la madre que la parió! Llegó a decir que lo del cuello era normal, que no se lo hacían a una pared. Claro, no niego que sea normal que se queme, pero también creo que lo normal es que se cure y se continue después. Menos mal que mi marido se metió en la conversación y le dijo claramente que estaba allí ingresada para ponerme un poco más fuerte y curarme el cuello, que mirasen la historia que allí lo había puesto el médico de guardia, y no las mandó salir de allí con viento fresco de puro milagro.
Por fin el miércoles por la mañana pasó la doctora de radio del hospital con mi ángel, Rosana, una enfermera que es un regalo para los enfermos. Dio las órdenes necesarias para solucionar los problemas digestivos y la cura del cuello. Cuando vieron en que estado lo llevaba no se lo podían creer, es una pura herida en carne viva, sobre todo la parte delantera y laterales. Y tampoco la doctora hizo buena cara cuando le conté lo que me había pasado la noche anterior.
Y sigo aquí, el miércoles me hicieron la primera cura, y hoy la segunda. Rosana es un sol, me cura, me cuida, me ayuda en todo lo que está en su mano, me aconseja... Seguramente me dejan que mañana me vaya a casa y vuelva el domingo por la noche, porque la cura de hoy es hasta el lunes. Los otros problemas están más o menos controlados y me siento más fuerte y mejor.
No se si me leerá algún profesional del sector de Sanidad, a los que admiro de corazón porque hacen un trabajo de entrega a los demás, y sobre todo los que trabajan con enfermos, llamémosles difíciles, entre los que me encuentro. Pero me gustaría que pensasen un poco en la forma en que desarrollan su labor. Yo (el enfermo) soy la primera interesada en acabar cuánto antes, empezar a recuperarme y sobre todo a olvidarme de esta mala época y retomar mi vida de siempre, volver a ser yo misma, pero cuando digo que no puedo más, es que no puedo más, y que soy yo quien decide. Soy adulta, conozco la enfermedad que padezco, su tratamiento y sus efectos secundarios. No me hablen como una niña a quien hay que llevar al cole con un tirón de orejas... no me jodan.
Supongo que quizá no me habría pasado todo esto si mi doctora no estuviese de vacaciones, porque quizá habría pausado las sesiones antes de llegar a esta situación, a falta sólo de 6 sesiones para terminar. Su sustituta, la que se ha hecho cargo de mi, teóricamente, tampoco se ha dignado pasar por aquí a conocer en primera persona mi estado general. No me parece de lógica ¿y a vosotros?
Después de hacerle el resumen de lo que me pasaba, quedamos en que me buscaba una cama en el hospital y me llamaba el martes para curarme las quemaduras del cuello, ayudarme con todo esos problemas digestivos para así poder llevar una buena alimentación con el PEG (la sonda gástrica del estómago) y pausar las sesiones de radio hasta que pudiese volver a reemprenderlas. Me llamaron el martes 20 por la mañana e ingresé esa misma tarde.
No se porqué hay profesionales que hacen su trabajo mejor que bien, y otros que... que están ahí. Hacía apenas unas horas que estaba en la habitación cuando me dicen que han llamado de radio para que me bajen a mi sesión, le digo que no voy a bajar y que deberían tener el aviso correspondiente del médico de guardia del lunes. Bien, pues aún así, se me presenta allí una mujer que dice ser doctora de radioterapia, y lo será, no lo pongo en duda, pero me parece bastante incapaz, y una enfermera. Que qué me pasa, me pregunta. Nada, le digo. Y me corta diciéndome que hable tranquila, que no pasa nada. Me pilló en un día en el que me sentía mal, fatal, y no le mandé a la mierda precisamente por eso. Me sentí como si la tía se estuviese dirigiendo a una niñata caprichosa, que tiene pupa y hay que convencerla para que se ponga la vacuna... ¡la madre que la parió! Llegó a decir que lo del cuello era normal, que no se lo hacían a una pared. Claro, no niego que sea normal que se queme, pero también creo que lo normal es que se cure y se continue después. Menos mal que mi marido se metió en la conversación y le dijo claramente que estaba allí ingresada para ponerme un poco más fuerte y curarme el cuello, que mirasen la historia que allí lo había puesto el médico de guardia, y no las mandó salir de allí con viento fresco de puro milagro.
Por fin el miércoles por la mañana pasó la doctora de radio del hospital con mi ángel, Rosana, una enfermera que es un regalo para los enfermos. Dio las órdenes necesarias para solucionar los problemas digestivos y la cura del cuello. Cuando vieron en que estado lo llevaba no se lo podían creer, es una pura herida en carne viva, sobre todo la parte delantera y laterales. Y tampoco la doctora hizo buena cara cuando le conté lo que me había pasado la noche anterior.
Y sigo aquí, el miércoles me hicieron la primera cura, y hoy la segunda. Rosana es un sol, me cura, me cuida, me ayuda en todo lo que está en su mano, me aconseja... Seguramente me dejan que mañana me vaya a casa y vuelva el domingo por la noche, porque la cura de hoy es hasta el lunes. Los otros problemas están más o menos controlados y me siento más fuerte y mejor.
No se si me leerá algún profesional del sector de Sanidad, a los que admiro de corazón porque hacen un trabajo de entrega a los demás, y sobre todo los que trabajan con enfermos, llamémosles difíciles, entre los que me encuentro. Pero me gustaría que pensasen un poco en la forma en que desarrollan su labor. Yo (el enfermo) soy la primera interesada en acabar cuánto antes, empezar a recuperarme y sobre todo a olvidarme de esta mala época y retomar mi vida de siempre, volver a ser yo misma, pero cuando digo que no puedo más, es que no puedo más, y que soy yo quien decide. Soy adulta, conozco la enfermedad que padezco, su tratamiento y sus efectos secundarios. No me hablen como una niña a quien hay que llevar al cole con un tirón de orejas... no me jodan.
Supongo que quizá no me habría pasado todo esto si mi doctora no estuviese de vacaciones, porque quizá habría pausado las sesiones antes de llegar a esta situación, a falta sólo de 6 sesiones para terminar. Su sustituta, la que se ha hecho cargo de mi, teóricamente, tampoco se ha dignado pasar por aquí a conocer en primera persona mi estado general. No me parece de lógica ¿y a vosotros?
miércoles, 14 de septiembre de 2011
¡Bang!
¡Bang! Me dice
apuntándome con el dedo estirado y cerrando un ojo. ¡Estás muerta! Me río al
verle. Es el loco del barrio, mi vecino. Nos criamos juntos jugando en la
calle. Era un chico normal hasta que un día empezó a hacer cosas raras.
Esquizofrenia, dijeron los médicos. La familia le echó la culpa a algo que le
pasó mientras hacía la mili. Ya tiene los cuarenta y desde que falleció la
madre, vive con su hermano. Bastante tiene el pobre, entre el hermano loco y la
mujer que es una víbora, no se cómo lo aguanta. Voy a decirle algo, pero él ya
se olvidó de mi y mira hipnotizado una paloma que acaba de posarse a recoger
una miga de pan del suelo. Vuelve a estirar el brazo, y cuando su dedo índice
parece que apunta al animal, cambia su trayectoria y toma como blanco a una
mujer que descansa en un banco mientras merienda… ¡bang! ¡estás muerta! Vete a
la mierda, le responde ella con la boca llena, anda y que te encierren, loco
hijo de puta. Temo por un momento su reacción. La mira fijamente mientras con ambas
manos se apunta a sí mismo en la cabeza y empieza a disparar:
¡bang!¡bang!¡bang!, se tambalea y se tira al suelo retorciéndose con
movimientos que intentan simular los últimos estertores de un muerto. Me vuelve
a entrar la risa. Me acerco a él, que permanece inmóvil, y le zarandeo. Deja de
hacer el tonto, levántate, te invito a una cerveza. Cerveza es la palabra
mágica, abre los ojos, redondos como platos, y casi sin apoyo se pone en pie de
un salto.
Le dejo
sentado en la terraza del bar mientras entro a pedir al camarero dos cervezas
sin alcohol bien frías, tráelas ya servidas en la jarra, le digo, y él me mira
pensando: pues vaya tontería. Yo se lo que me hago. Le observo de reojo,
sentada a su lado. Él está pensativo. A veces quisiera preguntarle si se
acuerda de mi, de aquellas despedidas en la oscuridad del portal de casa, sus
manos intentando colarse debajo de mi falda, sacándome una teta, chupándome un
pezón. Estate quieto, Ángel. Calla, decía él y me comía la boca, calla, nos van
a oír. Y me entraba la risa al notar ese bulto dentro del pantalón, él me cogía
la mano y la posaba allí. Luego subía a casa excitada y nerviosa, y besaba su
foto, era un chico tan guapo. Una noche en su coche hicimos el amor, no es que
fuese fantástico, para tirar cohetes, me hizo un poco de daño y él se corrió
enseguida, fue mi primera vez.
Luego todo
cambió. Quizá hubiese debido quedarme junto a él. Dije que le quería, lo dije
tantas veces, y no, no le mentí. Pero elegí olvidarle, yo no tenía la culpa de
lo que le pasaba, yo no podía pasarme la vida junto a él, un estúpido loco, un
enfermo incurable.
Me mira y le
sonrío. Me mira y no me ve. Sabe Díos dónde anda ahora su cabeza. Se acaba la
cerveza y me mira otra vez. Con una ya es bastante, le digo yo muy seria. Y levanta
su dedo, apunta a mi cabeza, me dan miedo sus ojos que miran y no ven. O sí. No
se, empieza ya a irritarme ese estúpido juego. Casi sin darme cuenta ha bajado
su dedo, y ahora está posado en mi pezón derecho. ¡Bang!
Se lo acerca a
los labios y se sopla la punta con ademán ufano ¡Estás muerta, otra vez!
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Mañana tengo sesión de quimio... nos vemos.
domingo, 11 de septiembre de 2011
La chica del ascensor (rescatado)
Como ya sabéis que mi cabeza no está para inventar historias, cosa que espero será pasajera, colgaré de cuando en cuando alguno de los relatos que tengo escritos. A éste, incluido en el libro Humedad Relativa, le tengo especial cariño por permitirme experimentar escribiendo sobre una sexualidad con la que no estoy familiarizada. Espero que lo disfrutéis.
LA CHICA DEL ASCENSOR
Las ocho menos cuarto, eran ya
las ocho menos cuarto y yo tenía aquella entrevista de trabajo a las ocho en
punto. Había quedado con Pablo en que pasaría a buscarme y me acercaría hasta
el lugar de la cita, que por cierto, quedaba justo al otro extremo de la
ciudad. Paseando arriba y abajo por la habitación no iba a solucionar nada,
pero era la única forma en que conseguía calmarme un poco. Y fumar, fumar un
cigarrillo tras otro. ¡Maldito Pablo! Es que nunca podía contar con él. Mi
querido hermano era el tío de los problemas, siempre, siempre le sucedía algún
imprevisto. Cogí el móvil para intentar por quinta vez hablar con él. Nada,
aquella voz horrible de autómata: “el teléfono al que llama, está apagado o
fuera de cobertura”. Seguro que se ha quedado sin batería, como si lo viera. Yo
le mato, es que le mato. Casi tiro el dichoso teléfono al suelo cuando empezó a
vibrar en mi mano.
- ¿Dónde coño te has metido?
Llevo llamándote media hora.
- Lo siento, hermanita, estoy en
un atasco tremendo. Un accidente de tres pares de cojones… está cortada la
autovía… no voy a llegar.
- ¡Hostia puta, Pablo! Siempre te pasa algo, podías haberme llamado
por lo menos ¿qué hago yo ahora? Mierda, mierda, mierda…
- Vale, tía, pilla un taxi… que
sé yo.
- Bueno, anda, ten cuidado, voy a
ver cómo me las apaño. Si es que no escarmiento, no escarmiento, nunca puedo
contar contigo. Vale, vale, un beso.
Salí a la calle como un cohete.
Un taxi, dice, si no me queda un puto duro, eso contando con que encontrase
alguno. Me dirigí a la parada del autobús, aguantando las miradas de todos los
hombres que se cruzaban conmigo. Claro, la verdad, es que no iba vestida para
andar en transporte público, pero sólo me faltaba perder el tiempo cambiándome
de ropa. Además estaba segura que mi indumentaria era la adecuada para camelar
al tipo que me iba a entrevistar. Era un abogado con bastante renombre en la
ciudad y necesitaba una secretaria particular. Tenía que conseguir ese trabajo,
era mi última esperanza. Iba subida en unas botas de piel marrón, tipo
mosquetero, que tapaban la rodilla, una falda vaquera cortísima que dejaba al
descubierto mis muslos enfundados en unas medias negras de fantasía, cinturón
casi tan ancho como la falda, una camiseta Custo que me había costado un
dineral y que dejaba a la vista gran parte de mi anatomía pectoral, y mi vieja
cazadora de piel marrón. Por fin llegó el autobús, que para no variar, iba
hasta la bandera, todos allí apretujados olisqueándonos unos a otros. ¡Maldito
Pablo! No cuento más con él, lo juro, nunca más.
Bueno, ya no tenía remedio, y
cabreándome no iba a conseguir nada. Iría hasta el despacho del fulano ese, y
con un poco de suerte igual aun le encontraba allí. Aunque siendo viernes por
la tarde, no tenía demasiadas esperanzas. ¡Señor! Échame una manita, anda,
pensé mirando hacia el techo, que últimamente me tienes abandonada. Pero… ¡qué
chorradas estoy diciendo!, si es que la desesperación hace milagros. Elisa,
confía en ti, eres lo único que tienes, me dije.
Cuando el autobús llegó a mi
parada, salí de allí dando un respiro. Menos mal, porque ya estaba empezando a
cansarme de dar codazos o de poner mi enorme bolso como escudo contra los
manoseadores ¡joder! hay qué ver como anda la gente de necesitada. El despacho
del abogado estaba situado en la cuarta planta de un antiguo edificio, de esos
que habían restaurado en los últimos años. Busqué el número de la puerta y
apreté el timbre. Nada, allí no contestaba ni dios. Insistí, rezando por lo
bajo. Ya iba a darme por vencida cuando…
- ¿No contestan? ¿dónde vas?
- ¡Ah! Me has asustado – la que
me hablaba era una chica más o menos de mi edad, que me miraba con alegre
sonrisa – Iba a la cuarta planta, al despacho de D. Juan Calatrava, pero parece
que no hay nadie.
- Se habrá ido ya, hoy es viernes
¿estabas citada?
- Sí, estaba citada, pero llego
tarde… ¡dios mío! Si es que me he retrasado casi una hora. Oye, si entras, voy
a subir de todos modos, igual está arriba y como es tan tarde no le apetece
abrir. (Era la última gota de esperanza que me quedaba).
- Claro, claro, yo también voy a
la cuarta planta… entra.
- Tú primero, por favor.
Aproveché para fijarme un poco en
ella. Era delgada, un poco más bajita que yo. Claro que ella no iba subida en
aquellos enormes tacones. Llevaba botas camperas, una falda larga y amplia
estampada y un gran jersey de lana. El cabello corto y negro, pegado a la
cabeza en pequeñas ondas. Pulsó el botón de llamada del ascensor. Era uno de
esos antiguos, que suben y bajan por el hueco de la escalera, lleno de dorados
y brillos. Dentro y al fondo, un gran espejo que cubría toda la pared, con un
pequeño asiento para dos personas forrado en cuero. Las otras dos paredes
estaban recubiertas de madera. Olía bien. Bueno, a ver si tenía un poco de
suerte y aun pillaba al Sr. Calatrava.
- ¿Qué puñetas pasa ahora? – el
ascensor acababa de detenerse entre la tercera y la cuarta planta, y además
toda la escalera se había quedado a oscuras.
- Pues, me parece que ha habido
un apagón o ha saltado el automático.
- ¿El automático? ¿qué coño de
automático?
- Sí, en estas fincas antiguas
suele pasar, la instalación eléctrica no aguanta tanto aparato que tenemos
ahora y… puf.
- ¿Entonces? ¿qué hacemos? Me
cago en todo, si es que hoy no me tenía que haber levantado de la cama, si es
que llevo la negra.
- Cálmate un poco, por mucho que
te cabrees no vas a solucionar nada. Ya se darán cuenta y lo conectarán, o si
es un apagón, tarde o temprano lo arreglarán ¿por qué no te sientas?
- Para sentarme estoy yo ahora.
Estoy, estoy que me subo por las paredes. Si es que necesito ese trabajo,
joder, lo necesito.
- ¿Venías a por el trabajo de
secretaria del abogado? ¡Coño! Pues sí que te has puesto guerrera ¿pensabas
conquistarlo?
- Pensaba hacer lo que hiciera
falta: hacerle una paja, mamársela o follármelo, lo que hiciera falta. Y si no
lo hago hoy, será mañana o el lunes, o cuando sea, como si tengo que sentarme
en la puerta a esperarlo.
- Ya. Si que estás desesperada.
Por cierto, me llamo Eva ¿y tú?.
- Yo, Elisa – dije algo
enfurruñada.
Convencida de que no me quedaba
más remedio que esperar, me senté en el pequeño asiento. Ella, me miró un momento, y luego hizo lo mismo, se
sentó a mi lado, pero en el suelo. Nos quedamos en silencio. Yo pensaba en todo
lo que me había pasado en los últimos meses: había roto con mi pareja, con la
que convivía cinco años, la empresa donde trabajaba como secretaria de
dirección con un sueldazo había quebrado dejándome en la calle. Y como más de
la mitad de mi retribución era en dinero negro, con la mierda de desempleo no
llegaba ni a medio mes. Si no pagaba pronto el alquiler atrasado, la casera me
pondría de patitas en la calle. Y con mi querido hermano no podía contar. Ese
estaba peor que yo, era un bohemio que iba siempre a salto de mata.
Su voz me sacó de mis
elucubraciones:
- Son bonitas esas botas que
llevas… y caras – al hablar, iba deslizando su mano por la piel suave y
brillante.
- Sí, si las quieres igual te las
vendo. Me parece que si sigo así tendré que pensar en ir deshaciéndome de todos
estos lujos. O meterme a puta. O trabajarme al Calatrava y que se vuelva loco
por mí.
- ¿Por qué no te las quitas?
Estarás más cómoda, y no sabemos cuánto tiempo vamos a estar aquí.
- La verdad es que tengo los pies
destrozados ¿me ayudas?
- Si quieres – decía, mientras
estiraba de las botas para descalzarme- te hago un masaje en los pies. Soy
buenísima, ya verás te dejo como nueva.
- Calla, anda, no digas tonterías
¿cómo te vas a poner ahora a darme un masaje en los pies?
- ¿Tenemos algo mejor qué hacer?
- No, realmente, creo que no.
- No se hable más, pon los pies
aquí, encima de mí.
Antes de que me diera cuenta, se
había sentado en el suelo otra vez, al estilo indio, frente a mí, y colocaba
mis pies en su regazo….
Tomó uno de mis pies entre sus
manos y empezó a presionar cada una de las articulaciones de los dedos, todos
los huesecillos, uno por uno, el empeine, la planta del pie, el tobillo…aquello
era una delicia. Sentada en el pequeño banco, con la cabeza apoyada en el
espejo, me dejaba llevar por las sensaciones. Lo que me estaba haciendo no me
relajaba, más bien estaba empezando a sentir un cosquilleo, una suave
excitación que me gustaba. La miré. Ella parecía muy concentrada en su tarea.
Permanecía con los ojos cerrados haciendo un movimiento casi imperceptible de
vaivén como si estuviera meciéndose. Entonces caí en la cuenta que mi otro pie
descansaba, firmemente apoyado en su pubis. Abrió los ojos un momento, sólo el
tiempo justo para cambiar de pie y yo volví a reclinarme en el espejo. Una vez
terminado el masaje, sus manos empezaron a acariciar las pantorrillas.
- Quítame las medias – me
sorprendí diciéndole.
Eran de esas que terminan en una
liga con silicona para que no resbalen ni aprieten el muslo. Cómodas y
atractivas. Ella no dijo nada. Sin moverse de donde estaba, alargó las manos,
deslizándolas suavemente por mis piernas y empezó a quitármelas muy despacio.
Yo estaba empezando a excitarme de verdad, y me sentía algo confusa. Había
follado con algunos hombres, unos cuantos diría yo, pero jamás me había sentido
atraída por ninguna mujer. No sabía si achacarlo a lo extraño de la situación,
al día tan horrible que había tenido o al atractivo que de ella emanaba.
Dejó aquel pequeño revoltijo
negro en un rincón del ascensor y siguió acariciándome. Fue entonces cuando
metí mis pies bajo su larga falda y los coloqué sobre su sexo. Se me habían
quedado fríos y aquello estaba caliente, emanaba un calorcillo muy suave y
sensual. Ella seguía acariciando mis piernas, subiendo sus manos un poco más
arriba cada vez, y yo presionaba mis pies entre sus ingles. Me deslicé un poco
más en el asiento y abrí las piernas poniendo ante sus ojos parte de mi coño,
ya mojado, que se dejaba ver por los lados del diminuto tanga. Pasó a
acariciarme la parte interna de los muslos, sin apartar su mirada de mi entrepierna,
y dejando que alguno de sus dedos se deslizase suavemente por encima de la
tela.
Nuestras respiraciones empezaban
a ser demasiado audibles y pensé, por un momento, que cualquiera podría
escucharnos, o que de repente podría ponerse el ascensor en marcha. Fue
entonces cuando me pareció distinguir una sombra encima de nosotras, en la
cuarta planta. Pero Eva había dejado ya completamente al descubierto mi abierto
coño y había empezado a pasarme su cálida lengua sin ningún recato, así que
pensé que había sido cosa de mi imaginación y me concentré en lo que estaba
sintiendo. Me estaba volviendo loca. Había colocado sus manos aferrándome las
nalgas y se afanaba comiéndome como pocos hombres habían sido capaces de hacer.
Sentía su boca succionando mi clítoris, su lengua metiéndose cada vez más
adentro y haciéndola vibrar. Notaba que
iba a correrme de un momento a otro. Metí los dedos de mis pies bajo sus bragas
y busqué a tientas su clítoris en aquel húmedo rincón. Se estremeció. Me
deshice de mi camiseta y desabroché el sostén dejando libres mis pechos. Luego,
retiré sus manos de mis nalgas y las llevé hasta allí, deseaba sentir cómo
acariciaba y apretaba mis pezones, grandes y oscuros. La miré. Parecía una
esclava adorando a su diosa, con los brazos estirados, las manos aferradas a
mis tetas y su cara metida entre mis piernas. Sujeté su cabeza para imprimirle
un ritmo más rápido y me inundó un tremendo orgasmo que me hizo temblar hasta
la raíz del pelo.
Se levantó despacio y sentí sus
labios rozando los míos. Abrí los ojos y descubrí su sonrisa satisfecha. La
besé, la besé con pasión, buscándole la lengua, mordiéndole los labios… y la
senté en el sitio que yo ocupaba hasta ese momento. La despojé de aquel enorme
jersey que ocultaba su cuerpo, deseaba frenéticamente lamer sus pechos y me
entregué a ello con verdadero éxtasis. Cuando ya sus pezones estaban duros y
empapados de mi saliva, la puse de pie y metiéndole las manos bajo la falda, le
quité las bragas. Nunca le había comido el coño a una mujer. Realmente, nunca había hecho nada con una mujer, pero en
ese momento deseaba meter allí mi boca,
probar su sabor, beber sus jugos. Me excitaba su olor. Rocé despacio su
clítoris con la punta de la lengua y ella emitió un corto gemido. Oírla me
avivó el deseo. Y empecé a darle largas lamidas por todo el coño, apretaba mis
labios contra ella, le metía la lengua. Su respiración se hacía más y más
entrecortada, y sus gemidos aumentaban su intensidad, hasta que sentí sus
contracciones en mi boca.
Casi no nos había dado tiempo a
recuperarnos cuando se encendió la luz. Mierda. Intentaba vestirme a la
velocidad del rayo, mientras Eva permanecía allí sentada, medio desnuda y tan
tranquila. El ascensor empezó a subir. Mierda, mierda, mierda. Y allí, ante la
puerta, D. Juan Calatrava, nos miraba muy serio. Ya la hemos cagado, despídete
del trabajo, Elisa, pensé. Él dirigió su mirada hacia mí escrutándome
descaradamente y luego miró a Eva.
- Eva – y me pareció que esperaba
alguna clase de respuesta.
- Papá, te presento a Elisa, tu
nueva secretaria, te gustará tanto como a mí, estoy segura.
De la sorpresa dejé caer al suelo
la camiseta que sujetaba ante mí en un vano intento por taparme, mientras la
risa cantarina de Eva resonaba en el ascensor.
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